La riqueza de las naciones

Con ocasión de un «Grand Tour», un largo viaje por Europa con su alumno, pasó dieciocho meses en Toulouse, invitado por el abad Seignelay Colbért.David Hume se impacientó, y en noviembre de 1772 le ordenó acabar su obra antes del otoño siguiente «para hacerse perdonar».La obra, centrada en la noción del interés personal, forma un conjunto con la Teoría de los sentimientos morales, donde había explicado la simpatía inherente a la naturaleza humana.El conjunto debía ser completado por un libro sobre la jurisprudencia que Smith no pudo acabar e hizo quemar a su muerte.En este sentido, Smith utilizó sistemáticamente los datos empíricos (ejemplos y estadísticas) para validar los principios que expuso, una «avidez de hechos» (el índice tiene sesenta y tres páginas)[11]​ que fue criticada por algunos de sus sucesores tras la «revolución ricardiana».Así, Nassau William Senior deploró «la importancia exagerada que numerosos economistas conceden a captar datos».Los razonamientos abstractos se mantienen en un mínimo estricto y, para Jacob Viner, Smith «dudaba sobremanera que la abstracción pudiera aportar la comprensión del mundo real o guiar ella sola al legislador o el hombre de Estado».Junto a ese gran incremento en las cantidades producidas (ver productividad), se ve una disminución, igualmente extraordinaria, en el precio de los alfileres.[14]​ La motivación de esta tendencia al intercambio no es la benevolencia, sino el interés personal, es decir, el deseo de mejorar su propia condición: Así, incluso en una sociedad donde no hay benevolencia hacia los desconocidos, donde cada uno de los individuos persigue su interés personal, donde los intercambios económicos se hacen entre «mercenarios», el individuo puede prosperar con base a la cooperación.Esta proposición ha sido considerada como «una de las más brillantes generalizaciones que se pueden encontrar en toda la literatura económica».Esta teoría del valor, que ignora la demanda y se basa exclusivamente en los costes de producción, se impuso durante más de un siglo hasta que William Jevons, Carl Menger y Léon Walras introdujeron el marginalismo.Para cumplir estas funciones, los metales preciosos son particularmente apropiados, puesto que su valor varía poco en periodos de tiempo razonables.Como los metales preciosos tienen un costo importante, Smith proponía reemplazarlos por papel moneda, siguiendo una ratio estricta para evitar la emisión sin contrapartida.El sistema bancario resultante sería «una especie de gran carretera aérea, donando al país la facilidad para convertir una gran parte de sus grandes carreteras en buenos pastizales y en buenas tierras para el trigo».La renta predial aparece desde que el territorio de un país se encuentra repartido en manos privadas: «a los propietarios, como todos los demás hombres, les gusta recoger donde no han sembrado, y demandan una renta, incluso por el producto natural de la tierra».[36]​ Por el contrario, con la asignación de pensiones, becas y plazas en los colegios y seminarios, el Estado atrae hacia ciertas profesiones a mucha más gente de la que habría si no existieran dichos incentivos.Los salarios, el beneficio y la renta, constituyentes del precio, son igualmente los constituyentes de los ingresos; se reencuentra esta identidad en la descomposición moderna del producto interior bruto, donde la producción total es igual al ingreso total.[43]​ En esta ocasión, ofrece un cierto número de recomendaciones políticas, que tienen una resonancia considerable en Inglaterra y después en Occidente.Estas recomendaciones eclipsan a menudo el cimiento intelectual que las sostiene, pero explican la inmensa popularidad del libro tras su aparición.[45]​ Smith no preconiza tampoco un abandono total de la esfera económica por el gobierno: en muchos casos, puede ser beneficioso, incluso necesario, reglamentar la actividad.Además de infraestructuras físicas, esta categoría comprende los gastos institucionales como la educación pública.Relaciona en esta ocasión un inventario de impuestos absurdos o arbitrarios recaudados en Gran Bretaña.[56]​ David Hume, Samuel Johnson y Edward Gibbon elogiaron la obra, que se agotó en seis meses.[59]​ En Francia, la primera mención a La riqueza de las naciones fue una crítica en el Journal des sçavans, aparecida en 1777.[62]​ La primera traducción completa al castellano fue obra de José Alonso Ortiz, quien consiguió publicarla en 1794 tras superar las trabas establecidas por la Inquisición española.[65]​ Según Thomas Sowell, nadie ha formulado al respecto denuncias más mordaces que Smith, ni el mismo Karl Marx.[66]​ Smith no favorece a ninguna clase en La riqueza de las naciones, pero muestra una gran simpatía por los pobres y los consumidores.[67]​ Su mensaje de fe en los principios del mercado se desvía hacia una apología del Laissez faire, (aunque Smith no utiliza nunca este término)[68]​ y una hostilidad dogmática a toda intervención pública con el objetivo de promover el bienestar general.[69]​ Smith se opone totalmente al principio de una manipulación estatal en el mecanismo del mercado (oposición a la que admite excepciones), pero nunca se enfrenta en su vida al problema del estado del bienestar, y su claro efecto sobre este mecanismo: la idea de que la acción pública pueda superar las Poor Laws y que el proletariado pueda tener voz en las deliberaciones públicas es todavía absurda en su época.[73]​ Mientras tanto, Smith subestimó sobradamente la importancia de la Revolución Industrial que se iniciaba ante sus propios ojos, y su análisis de la sociedad británica fue rápidamente superado por los acontecimientos: las fábricas aparecieron y señalaron el camino a una «quinta edad», la del capitalismo.
Adam Smith , autor de La riqueza de las naciones
Tablas de precios del trigo entre 1637 y 1750, entre las numerosas referencias empíricas de La riqueza de las naciones .
Fabricación de alfileres, lámina de L'Encyclopédie
La moneda permite medir e intercambiar el valor, pero no es el valor en sí misma.
Acumulación de capital, división del trabajo y crecimiento
Una marina mercante importante es símbolo de un país rico
William Pitt (el Joven) fue un admirador de los planteamientos de Smith en La riqueza de las naciones .
Alexander Hamilton , fue un crítico de la obra de Smith, prefiriendo aplicar la doctrina del proteccionismo . Retrato de John Trumbull . [ 75 ]
En su crítica al capitalismo , Karl Marx continuó sus investigaciones sobre el sistema económico siguiendo el trabajo de Adam Smith y David Ricardo. [ 76 ]