El economista clásico Adam Smith menciona la paradoja en La riqueza de las naciones, la cual intenta resolver con su teoría del valor-trabajo.
[8] Según la teoría del valor-trabajo sintetizada por Karl Marx, la magnitud del valor de una mercancía es el trabajo socialmente necesario para su producción, que no está determinado en lo absoluto por el valor de uso, valor ligado al uso concreto que se da posteriormente a esa mercancía.
De la misma manera eso explica que en zonas desérticas, donde se requiere más trabajo para conseguirla, el agua sea también mucho más valiosa que en zonas no desérticas.
En caso extremo, notan que el aire es aún más necesario que el agua, si bien el aire no es considerado un bien económico, porque está libremente disponible a todos, excepto a los buzos y montañeses, que compran los tanques de aire.Alrededor de 1870, William Stanley Jevons en Inglaterra, Carl Menger en Austria y Léon Walras en Suiza tomaron este razonamiento más allá, inventando el concepto de utilidad marginal, que determina el valor de un bien en función del uso menos productivo.
La teoría de la utilidad marginal dice que el valor de un bien no está determinado por cuánto trabajo se ejerció en su producción, como en la teoría del valor trabajo, ni en la utilidad total.
El razonamiento es: si alguien posee un bien, lo usará para satisfacer alguna necesidad o deseo.
Como indica el ejemplo, la utilidad marginal decrece al incrementar su disponibilidad (y viceversa).
Debe recalcarse que ésta es una teoría subjetiva del valor: los diamantes son valiosos porque la utilidad marginal de un diamante como ornamento es muy alta, pero eso es tan solo porque las personas consideran la ornamentación importante.
Si todos fuéramos amish —que no aprueban estos adornos— la utilidad marginal de los diamantes caería.
Esto da cuenta del valor estético de los diamantes; sin embargo, no explicaría por qué son más valiosos que diamantes sintéticos o de imitación.
Otra crítica es que las transacciones microeconómicas entre dos personas se no refleja a escala macroeconómica, donde los precios aún pueden seguir ciertas leyes económicas independientes y así las valoraciones no pueden ser arbitrarias.
Pero " la ley de la indiferencia, que establece que no pueden haber dos precios para productos similares al mismo tiempo en un mercado, el último bocado de carne cuesta tanto como el primero".
Luego la carne valdrá en el mercado lo mismo tanto para una persona hambrienta que una saciada.