Años de ajetreo donde todo estaba por descubrir, si un mal paso no te apartaba del camino.
En este contexto toma un papel crucial Francia dado que comienza a tener una mayor relevancia en toda Europa.
Además, la Compañía poseía poderes cercanos a los de un gobierno: podía declarar la guerra, negociar tratados, acuñar moneda y establecer colonias.
Tan relevante fue su papel que la empresa pagó siempre un dividendo que rondó entre el 16 y el 18 % anual durante dos siglos y fue de hecho la primera sociedad por acciones moderna, las cuales se negociaban en la Bolsa de Valores.
Al mismo tiempo, una nueva regulación estableció que todas las transacciones realizadas en Ámsterdam por un valor superior a los 600 florines debía ser pagada con certificados de crédito.
Cuando alguien quería retirar oro del banco, tenía que comprar crédito bancario suficiente para hacerlo.
El éxito del banco se debía a su política conservadora de no prestar ningún lingote, manteniendo un respaldo completo sobre el dinero emitido, por lo tanto los depósitos a la vista serían suficientes para convertir inmediatamente todos los recibos de papel en dinero metálico.
Esta política brindó gran estabilidad a los certificados de crédito emitidos por el banco, los cuales, en muchos casos, valían más que las monedas reales.
Sin embargo Law se sintió abrumado y no entendía por qué la compañía emitía solamente un número limitado de acciones cuando la demanda era extrema.
Por aquel entonces el país estaba devastado económicamente, tanto por la guerra de sucesión española, como por los enormes gastos que realizaba cotidianamente la monarquía.
John Law ya conocía al duque de anteriores ocasiones y vio allí su oportunidad para materializar las teorías revolucionarias que estaba inventando.
Un año después, en 1717, John Law consiguió la consolidación de varias empresas comerciales existentes en una única sociedad comercial denominada La Compañía del Misisipi o Compañía de Occidente, de la que fue él fue nombrado director general, a la que el gobierno francés concedió el monopolio del comercio con las Indias Occidentales y América del Norte, cuya principal colonia era la Luisiana francesa.
El plan era que las perspectivas de riqueza en Luisiana atrajeran mayores capitales hacia la empresa y así poder realizar las inversiones necesarias.
Law a su vez obtuvo amplios poderes para controlar la economía nacional, que operaba en gran medida por medio de decretos del Rey.
Luego de varios intentos frustrados, sobre todo por la inclemencia del invierno, Quebec pudo ser fundada en 1608 y Montreal en 1642.
En el este, Luisiana abarcaba hasta los montes Apalaches, que servían como límite con las colonias británicas y con la región española de La Florida.
Así a principios del siglo XVIII, esclavos negros son transportados desde las Antillas hacia el territorio de Luisiana para trabajar en las nuevas plantaciones.
Progresivamente, los franceses imponen su presencia construyendo fuertes o puestos comerciales en posiciones estratégicas del río.
No obstante tampoco existía el valor equivalente en oro que le permitiera al Duque tomar esas medidas sin tener repercusiones.
El imperio de Law, que le había llevado un lustro levantar, se derrumbó en dos meses.
El papel moneda y las acciones, que sólo unos días antes todos querían tener, eran abiertamente repudiados.
[5] Los perjudicados pertenecían a todos los estratos sociales, desde el pueblo llano hasta la alta nobleza, y además de verse arruinados se vieron en medio de un panorama económico desolador, con un papel moneda desvalorizado y una inflación galopante.
Finalmente y, con la protección del duque, Law huyó a Venecia (Italia) disfrazado de mujer para su propia seguridad.
Su contribución a la sociedad no fue valorada sino hasta que se instauró un pensamiento más neoclásico de la economía.
John Law deja una marca en el sistema financiero de las sociedades tanto europeas como mundiales.
Su principal legado fue el haber intervenido en la creación del sistema cambiario común y confiable que actualmente es utilizado en prácticamente la totalidad de los países.
Así que, como ha apuntado el Profesor Walter Block, si no hubiera delitos, todo gasto en cerrojos, vallas, guardias, sistemas de alarma, etc., podrían denunciarse como “recursos malgastados” por observadores externos que critiquen estos gastos.
Igualmente, si no existiera la inflación gubernamental, el gasto del mercado en oro o plata podría ser considerado “malgasto” por los observadores.
Igualmente John Law veía que la próspera Holanda disfrutaba de abundante dinero metálico y propuso proporcionar en su lugar papel moneda.
El exceso exportador y la moneda abundante eran reflejos de la prosperidad neerlandesa, no su causa.