A partir de ese uso inicialmente técnico, se ha extendido para designar el conjunto de recursos humanos que posee una empresa o institución económica.
Desde la psicología empresarial, el capital humano son las personas que integran una empresa, son quienes mueven y quienes dan valor a la empresa, y que gracias a ellas es posible cumplir con los objetivos establecidos.
En las instituciones educativas se designa al "conjunto de conocimientos, habilidades, destrezas y talentos que posee una persona y la hacen apta para desarrollar actividades específicas".
Esta teoría se sustenta en una doble interpretación y fundamentación.
La mayor especialización (vía sistema educativo formal), vía trabajo (no formal) aumenta la productividad y se ve compensada por los salarios más altos.
Las calificaciones escolares proporcionan un criterio de «selección personal» a los empresarios.
La educación tiene efectos « no cognitivos»: influye en la actitud y comportamiento de los trabajadores.
El crecimiento económico puede lograrse aumentando la cantidad de factores productivos (trabajo y capital físico), mejorando la calidad de dichos factores y/o aumentando la eficiencia con la que éstos se combinan en los procesos productivos.
Los dos últimos objetivos se refieren al aumento o mejora del capital humano.
El concepto de capital humano fue esbozado a mediados del siglo pasado a partir del estudio sociológico realizado por Theodore Schultz y Gary Becker.
Estos trabajos introdujeron en la política económica la noción de "inversión en capital humano", que supone, en definitiva, una mejora en la calidad del factor trabajo que puede contribuir al crecimiento económico por dos vías diferentes, aunque interrelacionadas: La investigación sobre el capital humano empezó con la cuestión de por qué en las sociedades occidentales los obreros tenían una productivdad más alta.
La respuesta parecía ser que se debía a las diversas innovaciones tecnológicas que se habían llevado a cabo, pues para estos autores la automatización producida por estas innovaciones tecnológicas en la producción industrial provocarían un aumento de los puestos de trabajo intelectuales en detrimento de los puramente físicos, considerados como los de mayor riesgo para el trabajador.
La diferencia, se decía, debía provenir de la nueva calidad del trabajo, de su mayor productividad, y ésta debería ser atribuida a nuevas inversiones realizadas en el trabajo mismo: salud, experiencia, migraciones y, sobre todo educación.
Estos programas producen un impacto positivo en la tasa de matriculación escolar, aunque la evidencia sobre el impacto en los logros educacionales es menos concluyente, ya que en varios casos se obtuvieron resultados negativos.
Por último, las TMC pueden mejorar la oferta educacional en áreas desfavorables, por lo que esto no constituye un obstáculo para la efectividad de estos programas.
Donde: Estos dos autores usaron esa función para representar una economía de dos sectores con crecimiento endógeno, en los que la evolución temporal del capital físico y el capital humano variaban mediante las ecuaciones: (2)
Donde: Este es un modelo en el que, tal como se sigue de la segunda de las ecuaciones (2), el capital humano se acumula tanto más rápido cuanto más capital físico exista.
Esto se debe a que Lucas y Uzawa presupusieron que formar capital humano (conocimientos y mano de obra más cualificada) se forma tanto más favorablemente cuanto más capital físico exista, para hacer posible ese proceso.
Siempre y cuando el primer término supere a la "depreciación" u obsolescencia del capital humano, representado por el segundo término, el capital humano aumentará.
[5] En 1982 los economistas Jacob Mincer y Haim Ofek descubrieron que el capital humano, al igual que el capital físico (maquinaria), presenta una tasa de depreciación a nivel individual debido a su desgaste y la obsolescencia que se produce como consecuencia del progreso técnico.
Este hallazgo fue confirmado por Shoshana Neuman y Avi Weiss en 1995, quienes utilizaron una variante de la ecuación minceriana, adicionando la interacción entre la escolaridad y la experiencia.
Dicha variable permite captar el efecto del tiempo sobre cada nivel educativo, lo cual es interpretado como depreciación de la escolaridad.
A continuación se presenta la función de Neuman & Weiss:[3] (3)
Donde: Según Alberto Castillo Aroca,[3][5] la depreciación del capital humano se puede explicar debido a que: Modernamente se registran usos informales de la expresión "capital humano" diferentes de los términos más o menos técnicos introducidos por los economistas.
Desde 2012 el Foro Económico Mundial (también conocido como el Foro de Davos) publica anualmente su Informe sobre el capital humano mundial, The Global Human Capital Report 20nn (siendo nn las dos últimas cifras del año al que se refiere).
[6] Este informe contiene el Índice mundial de capital humano (diferente del índice del Banco Mundial que se explica a continuación), designado por las siglas GHCI (Global Human Capital Index).
[8] La diferencia con 1 de la cifra calculada para cada país, indica lo que ese país podría ganar de producto interior bruto PIB si su educación y salud fueran óptimas.
El Informe sobre el desarrollo mundial 2019 (año fiscal, que comienza el 1 de julio de 2018) del Banco Mundial sobre «La naturaleza cambiante del trabajo»[10] muestra por primera vez este índice y explica su importancia dado el impacto de la tecnología en el mercado laboral y el futuro del trabajo La revista médica The Lancet publicó en septiembre de 2018 una nueva medida: el capital humano esperado (expected human capital).
Finlandia tenía el mayor nivel de capital humano esperado: 28,4 años ajustados por salud, educación y aprendizaje entre las edades de 20 y 64 años.