Carlos Rodríguez Erdoíza, por su parte, tuvo una dilatada carrera política durante los primeros años de la independencia.
Los 3 hermanos Rodríguez Erdoíza fueron compañeros de luchas políticas, participando durante la Patria Vieja principalmente en el bando carrerino.
En 1813, el virrey del Perú, José Fernando de Abascal, que veía a Carrera actuar como si Chile fuera independiente, envió una primera expedición al mando del brigadier español Antonio Pareja.
Ante esta amenaza, el Senado, aplicando un artículo constitucional, suspendió la Constitución y reorganizó la Junta de Gobierno, siendo Carrera designado General en Jefe del Ejército, con la misión de defender la línea del río Maule.
De esta manera, se estableció un triunvirato compuesto por Carrera como presidente, Julián Uribe y Manuel Muñoz Urzúa.
San Martín ideó la conformación de un ejército rioplatense que junto a fuerzas chilenas pudiera invadir el Virreinato del Perú.
Como ya lo había hecho con varios agentes, José de San Martín le confió a Rodríguez la delicada misión de organizar clandestinamente la rebelión en Chile en contra del dominio español durante la Reconquista.
En ese período, Manuel Rodríguez se relacionó con el bandido José Miguel Neira, jefe de una reputada montonera.
San Martín congenió con O'Higgins y con Manuel Rodríguez; pero no con José Miguel Carrera, que se manifestó poco dispuesto a obedecerle, por este motivo el jefe argentino lo envió a Buenos Aires.
En la capital argentina recrudeció la diferencia entre o'higginistas y carrerinos, a tal extremo que Luis Carrera se batió a duelo con el coronel Juan Mackenna por haber manifestado ciertas expresiones de ofensivas en contra de la familia Carrera, muriendo este último en la contienda.
Manuel Rodríguez hostigó a las fuerzas realistas en sus viajes al interior de Colchagua, movilizándose desde Mendoza y Uspallata, pasando por Los Andes, Curacaví, Melipilla, Alhué y Marchigüe, dejando innumerables testimonios de inteligencia militar.
Otras veces cruzaba por el Paso del Planchón, cuyos planos sirvieron al general Freire años más tarde, durante la reconquista de Chile.
Rodríguez continuaría en el cargo hasta inicios de marzo, cuando por orden del director O'Higgins se le obligó a delegar el mando en Antonio Rafael Velasco y retornar a Santiago.
La noticia del desastre de Cancha Rayada causó gran consternación en la capital y todos pensaron en una nueva emigración a Mendoza, en aquellas críticas circunstancias apareció Manuel Rodríguez, y al grito desgarrador de "¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!
", encendió un fuego abrasador en el corazón libertario de cada ciudadano, devolvió el ánimo a los que creían todo perdido y se preparaban a huir presos del más grande pánico.
El batallón Cazadores de los Andes, que estaba entonces al mando del coronel Rudecindo Alvarado[16] y que se componía de cerca de 800 plazas, marchó a vanguardia, mientras que Rodríguez marchó a retaguardia custodiado por el teniente español Antonio Navarro junto a unos pocos soldados, cuyo número, según diversos testimonios, oscila entre 8 y 25.
Se adujo como causa de muerte, que el guerrillero tomó una daga atacando a Navarro e intentó escapar.
Monteagudo fue expulsado a Perú, donde sería asesinado el mismo año en que Navarro confesó.
Como recuerdo de aquel luctuoso suceso se erigió, en 1863 un monolito en su memoria, en que se lee la siguiente estrofa del poeta Guillermo Matta: Los restos del héroe guerrillero fueron trasladados de Tiltil a Santiago en 1895, y presuntamente reposan en el Cementerio General.
El Fundo donde fue mantenido Manuel Rodríguez en TilTil y donde se le ofreció su última cena pertenecía a don José Serey Osbando, español, que fue nacido en Cataluña, teniendo 22 varones y 2 damas de descendencia, su hijo Pedro Serey Soliz relata que fue testigo del "fusilamiento" junto a sus hermanos a su hijo Pedro Serey Espinoza: "También mi padre dice que estuvo presente de la muerte de Don Manuel Rodríguez, que fue fusilado en el fundo de Tiltil, en tiempos que mi abuelo vivía ahí, * donde lo fusilaron, al día siguiente lo desenterraron, y lo cambiaron a otro sitio y le pusieron en un nicho fuera del peligro donde estaba enterrado a la orilla del río, a por muchos años preguntaban dónde estaría enterrado Rodríguez, un tío sabía, dio noticias en Santiago y fueron personas a desenterrarlo, a donde el con mi abuelo y otros tíos varios el que se llamaba José Serey Solís, cuenta mi padre.
[26] La tumba en el Cementerio General fue violada en 1985 cuando se descubrió que sus sellos habían sido removidos.
Claudio Paredes, médico del equipo de tanatólogos del Instituto Médico Legal (IML), examinaron los restos depositados y determinaron que el individuo allí sepultado tenía más de 50 años al comprobarse que las suturas craneales estaban completamente fusionadas.
[cita requerida] En consecuencia, no hay elementos probatorios de Manuel Rodríguez en Pumanque, sin embargo, la tradición histórica es tan fuerte al respecto, que no podemos desconocerla en aras del purismo histórico.
En dicho lugar existía un gran comedor, al fondo un cuadro de Manuel Rodríguez que era venerado por toda la familia compuesta por 14 hijos e infinidad de nietos que miraban el cuadro con gran respeto y admiración.
Actualmente se hacen esfuerzos por conseguir las autorizaciones respectivas para poder exhumar sus restos y darle nueva sepultura en un digno lugar del pueblo que permita la peregrinación a dicho lugar de lugareños y turistas.
[cita requerida] Don Juan Esteban casi nunca reveló su origen debido a una contradicción vital que tenía, por una parte no conoció a su padre, nunca fue reconocido como un sobrino por los demás hermanos Rodríguez Erdoíza, por otra parte él se forjó su carrera política a sí mismo sin siquiera mencionar que era hijo de un padre de la patria, y por último para proteger el buen nombre de su madre, cuyo único amor había sido Rodríguez.
[cita requerida] Sin embargo, por amor entrañable que le profesaba a su madre, quiso aislarla de la curiosidad y morbo público, en esa sociedad tan pacata e hipócrita de los años del 1800 por lo que prácticamente la alejó de la civilización llevándola a vivir a las serranías de la costa colchagüina donde entregó su último aliento con la mirada fija en el cuadro, del que había sido su único amor, y al cual se había entregado en cuerpo y alma.
Existen registros de décimas dedicadas a él en diversos periódicos populares, las llamadas liras, aparecidos en la segunda mitad del siglo XIX.
Por otro lado, sin dedicarle aún una gran obra o una biografía mayor, la naciente historiografía chilena venía prestándole gran atención a Rodríguez desde mediados del mismo siglo, en textos centrados en Carrera y O'Higgins y en historias generales del periodo independentista.
Dicho libro, en el que colaboraron los principales escritores de la época, como Domingo Faustino Sarmiento, Diego Barros Arana y Miguel Luis Amunátegui, presentaba a la ciudadanía un primer panteón de héroes nacionales.