Además, se probó en el Club Universidad de Chile, donde quedó como arquero junto a Adolfo Nef, mas no pudo continuar su carrera futbolística debido a que la dirigencia lo hizo elegir entre el fútbol y la música, eligiendo Manns continuar su carrera musical.
[11][12] Se inició como compositor en 1959 con «Bandido», canción que es grabada en Argentina en 1962 por Los Trovadores del Norte y en Chile por Los Cuatro Cuartos.
En 1965 fundó junto con Rolando Alarcón y los hermanos Parra, una peña en la calle Carmen 340 ―más conocida como la Peña de los Parra―, a la que se sumó algunos meses más tarde Víctor Jara, forjando los cimientos fundacionales del movimiento de la nueva canción chilena.
Desde su destierro, Manns inició su combate contra la dictadura, siendo portavoz de la resistencia chilena, lo que se plasma en sus producciones discográficas Canción sin límites (1977) y con mayor fuerza tal vez en Chants de la résistance populaire chilienne (1974).
En esta etapa del exilio en Europa, en 1979 conoció a su esposa, Alejandra Lastra, y se mudó con ella al Camino de Tavernay, en Ginebra.
Fue vocero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez para Europa, dio giras por el continente explicando la labor que este realizaba contra la dictadura en Chile.
Aprovechando su breve paso por Santiago, presentó sus memorias literarias: Actas del cazador en movimiento.
De esa gira por Chile, que abarcó Santiago, Concepción, Valparaíso y Viña del Mar, Manns dirá: «Por ahora se cumplió la primera prioridad: poner el pie en Chile de nuevo».
El segundo paso, el retorno definitivo, solo se consolidó en 2000, cuando decidió radicarse en Chile, en las cercanías del balneario de Concón.
La relación musical creativa con Horacio Salinas prosiguió con las obras interpretadas por Inti-Illimani, tituladas La rosa de los vientos (1999) y Cantares del mito americano, obra inédita estrenada en el Teatro Municipal de Viña del Mar en 2001.
Desde 2010 recorrió el país cantando acompañado de sus músicos: Enzo Godoy en la guitarra, Iván Rodríguez en el bajo, Eduardo Acuña en el piano y Jorge Rosas en la percusión.
Tanto es así, que sus letras lo posicionan entre los grandes literatos latinoamericanos, en cuanto ampliación del idioma, léxico y composición.
[23] Es una de las figuras consulares del movimiento de la música popular chilena gestado en los años sesenta, constituyéndose en un nexo fundamental entre ese movimiento conocido como la nueva canción chilena y la historia musical reciente.