En el transcurso de las negociaciones, los sublevados engrosaron su petitorio con demandas cada vez más generales, y relacionadas con la crisis del país.
Sin embargo, no fue el único sector político al que se responsabilizó de detonar la sublevación.
Ricardo Donoso y el entonces encargado de las negociaciones con los rebeldes por parte del gobierno, el contraalmirante Edgardo von Schroeders, secundado por el capitán de navío Luis Muñoz Artigas, consideraron decisiva la agitación a que habrían sido sometidos los marineros que fueron enviados a Davenport.
Dicho destacamento había viajado al Reino Unido a hacerse cargo del acorazado Almirante Latorre, que estaba siendo modernizado.
Alessandri fue personalmente responsabilizado por Ventura Maturana, el jefe de la cuestionada policía política organizada por Ibáñez.
Von Schroeders aseguraba que aquel oficial habría visitado localidades cercanas a Coquimbo antes y durante la Sublevación.
Aun así los sublevados declararon en su primer radiograma que no tenían intención de rebelarse a sus oficiales y la disciplina.
Muchos otros estaban alojados en tierra, por lo que se enteraron del suceso a la mañana siguiente.
Horas después se inició la comunicación entre amotinados y el gobierno central por medio un primer radiograma al ministro de Marina.
La escuadra tomada asumió entonces medidas de vigilancia y racionamiento, preparándose para las futuras eventualidades del conflicto.
Según el testimonio del cabo despensero Manuel Astica también se tomaron medidas como sellar cantinas y cajas de fondos para protegerlas.
Dejaron atrás al destructor Riveros, que sufría desperfectos en su maquinaria, como apoyo a la sublevación en Talcahuano.
A estas alturas el petitorio de la marinería incluía ya más demandas relacionadas con la crisis económica general del país: En el gobierno el presidente Juan Esteban Montero había levantado su candidatura para las próximas elecciones y era reemplazado temporalmente por el vicepresidente Manuel Trucco.
El oficial califica al aspirante a condestable como «peligroso espécimen», «funesto», «instruido para su clase social» y «comunista con odios».
Por otra parte, el contralmirante creyó observar algunos sutiles síntomas de división entre los sublevados, que comunicó esperanzado al gobierno.
El mismo día 4 se iniciaba en Santiago una huelga general, convocada por el presidente de la FOCH, Elías Lafferte.
Se sumaron grandes fuerzas en Concepción, listas para atacar Talcahuano bajo el mando del general Guillermo Novoa.
Un caso singular y posiblemente único: una flotilla de guerra completa había sido conducida solo por sus marineros a través del océano.
Esta unidad militar, la principal fuerza del ejército acantonada en Vaparaíso, se había sublevado en apoyo a las tripulaciones.
Por lo mismo su apoyo a la Sublevación era una fuerte fractura en el ejército, la principal fuerza terrestre de la administración Trucco.
El ataque comenzó a la 15:30 horas, cuando la artillería del ejército abrió fuego sobre el solitario destructor Riveros, que protegía las instalaciones navales amotinadas.
El destructor fue duramente castigado durante el intercambio de cañonazos, por lo que se retiró a la Isla Quiriquina, donde desembarcó muertos y heridos.
La FAN, no ubicó a sus blancos en el mar y todos los buques lograron concentrarse, por lo que se puso en duda la efectividad de la aviación.
El resultado material del bombardeo fue únicamente un impacto cercano al submarino Quidora, que dejó un muerto y un herido entre su tripulación.
Cinco aviones fueron alcanzados por fuegos de la escuadra, pero pudieron volver a su base, mientras que un Curtiss Falcon fue seriamente ametrallado, capotando en La Serena.
Durante la balacera murieron siete atacantes, un sargento, dos soldados y dos mujeres que iban pasando.
Durante el día de Navidad las autoridades ordenaron allanamientos y diligencias que les permitieron apresar a diecisiete personas identificadas como comunistas.
[50] Así se cerraba el año marcado por la caída de Ibáñez y la Sublevación, presagiando las numerosas convulsiones que traería 1932.
No aparece consignada en las reseñas históricas que publica acerca de la institución y sus buques.
[59] El documental presenta entrevistas a un Astica ya octogenario en bares, cementerios y calles de Valparaíso.