Primer Congreso Nacional de Chile

En Petorca el subdelegado Manuel de la Vega se hizo elegir diputado por el cabildo que presidida, y en Concepción fue elegido Ándres del Alcázar, conde de la Marquina, mediante un cabildo abierto.

Según el texto de convocatoria tenían derecho a elegir: Algunos vecinos, principalmente José Miguel Infante, creían que todo chileno debía votar por sufragio universal, pues cada uno tenía el derecho imprescriptible de nombrar a sus diputados, aunque esta opinión no prosperó.

[10]​ Aunque en un principio no se realizaron objeciones mayores al texto enviado por la junta, el cabildo reclamó porque consideraba que la representación de la capital, 6 diputados, no coincida ni con la población ni la importancia de la ciudad, por lo que proponían doblar su número.

[3]​ Para intentar promocionar la elección, el cabildo intento influir en la mente de los vecinos por medio del clero, contando para ello con el nuevo obispo interno de Santiago Domingo Errázuriz (que reemplazaba al obispo Aldunate que había caído en la locura), que se había pronunciado antes a favor de la revolución.

[16]​ Pronto se presentó el capitán Figueroa que tomo la dirección del motín.

Algunos vocales se opusieron por no haberse realizado las elecciones en la capital, pero Rozas, teniendo una mayoría de partidarios en este grupo, apoyo la solicitud y la hizo aceptar.

En su discurso, el padre recordó la situación de España, el peligro de las colonias de ser sojuzgadas o caer en la anarquía si no se cuidaban de su defensa y si no se daban instituciones que fuesen garantía para todos y que hiciesen imposible el despotismo, defendiendo el derecho del pueblo chileno a darse la constitución que más le convenga a su bienestar y progreso, dividiendo su argumentación en 3 proposiciones: Segunda proposición: Existen en la nación chilena derechos en cuya virtud puede el cuerpo de sus representantes establecer una Constitución y dictar providencias que aseguren su libertad y felicidad.

[28]​ Concluida la misa, lo diputados salieron a la plaza, donde la tropa los saludó presentando armas y realzando una salva de artillería.

Llegados a la sala del nuevo Congreso, tomaron asiento, y siendo Juan Martínez de Rozas presidente accidental de la junta, pronunció el discurso inaugural, en el que recordó los altos deberes que imponía la situación, la necesidad de dictar leyes fundadas no en principios teóricos que pocos comprendían, sino en el conocimiento práctico de las condiciones del país, para que fuesen un antemural contra la anarquía y un resguardo contra el despotismo.

[23]​ Las primeras sesiones del Congreso se dedicaron a cuestiones de administración, como la designación de secretarios, eligiéndose finalmente para el cargo a dos eclesiásticos, Diego Antonio Elizondo y José Francisco Echaurren.

Tales escritos hicieron que la mayoría moderada creyera que era indispensable impedir la circulación de tales escritos o imponer penas a los autores, otorgando recompensas a los delatores de los autores.

La minoría radical invocó la inmoralidad de incentivar a la delación, y que al ser un régimen representativo, era indispensable reconocer el derecho de los ciudadanos a exponer sus opiniones tal y como se realizaba en los países libres.

[23]​ Pasados 15 días, y al deber renovarse la dirección del Congreso, los moderaros otorgaron la presidencia a Martín Calvo Encalada y como vicepresidente a Agustín Urrejola, este último enemigo declarado de las nuevas instituciones.

El capitán Fleming no tenía la menor idea del proceso que vivían los países hispanoamericanos, y aunque supo que el gobierno estaba en manos de un congreso, dirigió sus comunicaciones al “presidente gobernador del reino de Chile”.

[34]​ Fleming rehusó esta invitación, sin desistir de reclamar los caudales que deseaba llevar a España.

La mayoría del Congreso, aunque atemorizada, no se dejó dominar, y tras mandar a buscar noticias de la situación, comprobó que era una invención.

No todo sucedió como se había acordad anteriormente, solo los sesenta Granaderos destinados a la artillería cumplieron exactamente su encargo al mando de Juan José, que tomaron el cuartel de artillería, que había sido cerrada con llave y desprovista de armamento por su hermano Luis, acción que terminó con un muerto y un herido, sin presentarse mayor resistencia.

Luego se mandó al oficial Zorrilla con doce hombres para que apresase al Comandante Francisco Javier Reina en su propia casa, lo que se realizó con rapidez, poniéndolo incomunicado con vigilancia de dos centinelas.

En esos instantes llegaba Carrera, rodeado de una parte del pueblo que miraba expectante.

El Congreso, que hasta entonces había funcionado sin presencia de público, decidió abrir sus puertas a todo el que quisiera escuchar las discusiones, manteniéndose como protección a una pequeña guardia de honor.

[52]​ En concordancia con una antigua idea sobre la división territorial, el Congreso creó la provincia de Coquimbo, con un gobernador político y militar, cargo que recayó en Tomas O’Higgins.

[65]​ Se designó una comisión que determinaría la forma y el modo de establecer un cementerio en Santiago.

Sería el mismo Bernardo O’Higgins, pero como director supremo, quien reviviría y realizaría la iniciativa sobre los cementerios.

[67]​ Se decretó el alza de las tarifas postales,[68]​ lo que no tuvo mayor impacto pues la correspondencia era muy escasa.

[70]​ Se dio libertad temporal al cultivo del tabaco, pero sin abolir el estanco.

[73]​ También se disolvió el batallón del Comercio, que desde el año 1777 se había organizado de los individuos distinguidos y pudientes comerciantes de la capital, que eran principalmente europeos, y por ende sospechosos al Gobierno.

[83]​ A pesar de su espíritu aparentemente intachable, la ley tuvo una enconada resistencia en los sectores realistas.

Tras el golpe, las relaciones entre José Miguel Carrera y la familia Larraín se deterioraron rápidamente.

El golpe se realizó el día 15 de noviembre al mando de Juan José, quien tras dominar militarmente la capital, dirigió mensajes al Congreso y a la junta, exigiéndoles la presencia en una asamblea para escuchar la voz del pueblo.

Ese día el Congreso seccionaba con normalidad, cuando los soldados se presentaron con cañones apuntando al edificio donde sesionaban y con centinelas que tenían órdenes de no dejar salir a diputado.

Juan Martínez de Rozas, líder del grupo exaltado.
Agustín Eyzaguirre y el grupo moderado derrotaron a la facción de Rozas y consiguieron la mayoría de escaños en el Congreso.
Acta de Instalación del Primer Congreso Nacional de Chile . Colección del Archivo Nacional de Chile .
Retrato de José Miguel Carrera Verdugo
Óleo sobre tela
Ezequiel Plaza .
Fray Camilo Henríquez diseñó un plan de organización de enseñanza, que influiría grandemente en el posterior desarrollo de la educación en Chile.
El ilustrado Manuel de Salas fue el gran impulsor de la ley de libertad de vientres.