Como ayudante, acompañó a Sucre en la campaña del Alto Perú, donde posteriormente fue creada la república de Bolivia.
Luego siguió al presidente Orbegoso en su gira por el sur y al producirse la sublevación de Felipe Santiago Salaverry, fue ascendido a coronel y nombrado jefe del batallón Libres de Arequipa (1835).
Al año siguiente fue enviado a Arequipa con la misión de formar tropas.
Ejerció interinamente la prefectura de dicho departamento, y con igual cargo pasó a Moquegua (1848).
[6] El gobierno peruano, aunque aceptó entrevistarse con el enviado español, le indicó que no le reconocía el cargo de Comisario, pues ese tratamiento no se estilaba en la moderna diplomacia y más bien recordaba a los enviados de la época colonial, advirtiéndole que solo lo recibiría como agente del gobierno de Madrid.
[7] Las islas Chincha era entonces la principal productora del guano peruano, que entonces era muy cotizado en el mercado internacional.
La escasa guarnición peruana que las resguardaba fue rápidamente reducida y los marinos españoles izaron su pabellón en las islas.
Asimismo, se decidió el reemplazo de Pinzón por el vicealmirante José Manuel Pareja.
[14] El acuerdo fue rechazado por un mayoritario sector de la ciudadanía peruana, pues lo consideraba humillante y contrario a los intereses del país.
[15] Los revolucionarios establecieron su campamento en Chincha (costa sur) y desde allí avanzaron sobre Lima.
El populacho se unió a los revolucionarios y el Palacio de Gobierno fue atacado.
Acto seguido, se asiló junto con sus principales colaboradores en la corbeta británica Shear Water.
[1] Se cuenta que, por entonces, el presidente Mariano Ignacio Prado (que había vuelto al poder por la vía legal en 1876), había propuesto a sus ministros nombrar a Pezet como jefe del ejército de la república, ante el inminente conflicto con Chile.
Mariano Felipe Paz Soldán se encargó de llevar el mensaje a Pezet, quien, ya muy enfermo, respondió repitiendo un viejo dicho: «Diga usted a Prado que al asno muerto, la cebada al rabo».