Presidente provisorio elegido por la Convención Nacional (1833-1835), desarrolló su carrera política durante una etapa de profunda división social y una continua guerra civil.[1] Por todo ello, en varios momentos su gobierno coexistió con los de los militares golpistas Pedro Bermúdez y Felipe Salaverry.Orbegoso logró someter a los rebeldes, quienes depusieron las armas en el llamado Abrazo de Maquinhuayo.Su madre fue Francisca Josefa Moncada-Galindo y Morales (nacida en Trujillo, Perú, en 1755), IV condesa de Olmos (título que su bisabuelo obtuvo del rey Carlos II en el siglo XVII), y VIII poseedora del Mayorazgo de Moncada-Galindo.[2][3][6] En 1812, concluido su bachillerato en Artes, tuvo que retornar a su ciudad natal por una grave enfermedad de su padre, ya anciano.Como no sentía inclinación por la carrera eclesiástica, ni por las letras, optó por seguir la actividad agropecuaria de sus progenitores.Se entrevistó con Bolívar de manera privada, a solicitud del mismo Libertador, y lo frecuentó durante todo el tiempo que estuvo en Trujillo.[16][17][18] En tal calidad, presidió la comisión enviada a Bolívar para solicitarle que se quedara en el país.Y fue uno de los diputados que firmaron la suspensión del Congreso hasta el año siguiente.Las mujeres del pueblo le detenían en las calles para abrazarlo y se impuso la moda femenina de la «saya orbegosina».Dejó en Lima como encargado del mando al Supremo Delegado Manuel Salazar y Baquíjano (20 de marzo).Pero ese mismo día, la Convención Nacional no aceptó su renuncia y más bien le otorgó facultades extraordinarias para combatir la insurgencia.Salaverry lo negó con mucha sorna, diciendo: «Si así fuese, señor general presidente, principiaría fusilando primero a V.E.».Desde allí Orbegoso envió una división al mando del general Francisco Valle Riestra para que sofocara la insurrección.Valle Riestra desembarcó en Pisco, pero no pudo continuar pues sus propios hombres lo apresaron y lo entregaron a Salaverry, quien ordenó su fusilamiento.Salaverry unificó en sus manos el mando del país; solo Arequipa acataba la autoridad de Orbegoso.Faltaba formalizar el pacto, pero Gamarra, tal vez desconfiando de Santa Cruz, se apresuró en realizar el plan: cruzó la frontera del Desaguadero e ingresó al Perú, ocupando las ciudades de Puno y Cuzco.Ante ello, Santa Cruz negó públicamente tener algo que ver con las acciones de Gamarra.Ese mismo día, sin esperar la ratificación del tratado, 5000 soldados bolivianos invadieron suelo peruano.En la práctica, Orbegoso carecía de poder real y solo hizo ese traspaso para cumplir las formalidades del caso.Decidió entonces aliarse con Salaverry para hacer frente a la invasión boliviana y fue el primero en salir en campaña.[65][66] Santa Cruz y Orbegoso se pusieron de acuerdo sobre la estrategia a seguir: el primero, al mando del ejército boliviano, marcharía contra Salaverry, quien avanzaba hacia Arequipa; y el segundo marcharía a Lima con las grandes fuerzas peruanas, precedida por las avanzadas del ejército santacrucista.En ese lapso emprendió campañas de pacificación en el norte y centro del país, relativamente fáciles.[2] En ella se acordó la creación del Estado Nor-Peruano, que debía integrar (junto con el ya creado Estado Sud Peruano y Bolivia) la Confederación, bajo el mando de Santa Cruz como Supremo Protector (11 de agosto).[73][74] Tras denunciar el vandalismo que los chilenos habían cometido en su avance en territorio peruano, declaró rotas las negociaciones[72] y, aunque sus fuerzas eran inferiores a la de los restauradores, decidió defender Lima, contando con el apoyo de los generales Domingo Nieto y Francisco Vidal.[78] Orbegoso permaneció oculto en Lima durante unos días, hasta que, burlando la vigilancia de los chilenos, se dirigió disfrazado al Callao.Orbegoso recibió la notificación de que estaba en libertad para permanecer en el país o dirigirse al extranjero.[84] Indignado, Orbegoso se refugió en la fragata francesa Andromède y desde allí amenazó con publicar documentos comprometedores de Santa Cruz.Suponían que se dejaba manipular por los liberales acaudillados por Luna Pizarro y le achacaban haber propiciado el ingreso al Perú de Santa Cruz.En 1967 fue vendido a una entidad bancaria, la cual ordenó su restauración, bajo la responsabilidad del arquitecto trujillano Manuel Ángel Ganoza Plaza.