Julio Ramón Ribeyro

Permaneció en Europa realizando trabajos eventuales, alternando su estancia en París con breves temporadas en Alemania y Bélgica.

En 1958 regresó al Perú y ejerció la docencia en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga.

En 1972, el gobierno militar del Perú lo nombró agregado cultural en la embajada peruana en París.

Regresó definitivamente al Perú en 1994 y falleció ese mismo año, víctima del cáncer.

Póstumamente se hicieron otras reediciones, convirtiéndose en su obra más representativa y difundida.

Aunque el mayor volumen de su obra lo constituye su cuentística, sumada a su novelística, también destacó en otros géneros: ensayo, teatro, diario y aforismo.

[4]​[6]​ En su niñez vivió en Santa Beatriz, que era un barrio de clase media limeño.

Inició su carrera como escritor con el cuento La vida gris, que publicó en la revista Correo Bolivariano, en 1949.

Otros cuentos suyos aparecieron en diversas revistas literarias por esa misma época.

[9]​ Entre 1955 y 1956 estuvo en Múnich, con una beca por un año, donde escribió su primera novela, Crónica de San Gabriel, que sería publicada en 1960.

En 1961, volvió a París, donde trabajó como periodista durante diez años en la Agencia France Press.

[13]​ En 1972, durante el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, fue nombrado agregado cultural en la embajada peruana en París.

Su designación vino a instancias del presidente Alan García, siendo ratificado por el Senado de la República.

La relación entre ambos autores, que compartieron piso en París, fue por lo demás compleja y llena de misterios.

Es el primero de una serie de seis cuentos olvidados, que el autor publicó en diversos periódicos hasta 1953, pero que después no los tomaría en cuenta para posteriores recopilaciones.

Fueron publicados en el libro titulado: Invitación al viaje y otros cuentos inéditos.

Este cuento fue traducido al inglés con el título de «Alienation», en la antología BEINGS: Contemporary Peruvian Short Stories, Berforts Press, Londres, 2014.

Los personajes de sus relatos, pertenecientes por lo general a la clase media establecida o la clase baja ascendente, frecuentemente se encuentran ante situaciones de quiebre y fracaso, usualmente ante pequeñas tragedias personales o cotidianas que se articulan con los discursos en constante pugna: el racismo, los rezagos de una Lima colonial anquilosada, la migración campo-ciudad; así como sentimientos personales como la soledad y el fracaso.

Incluso, hasta un cuento del tipo fantástico, como «La insignia», se basa en una anécdota que le sucedió a un tío suyo.

[31]​ La crítica especializada incluye a Ribeyro en el trío más importante de los cuentistas hispanoamericanos, junto con Julio Cortázar[32]​ y Jorge Luis Borges.