[4] Sin embargo, en 591, la larga guerra terminó con un tratado favorable para los bizantinos, que les permitió anexar los territorios armenios.
Mientras tanto, Heraclio el Joven se dirigió a Salónica, desde donde, después de recibir más suministros y tropas, navegó directamente hacia Constantinopla.
[10] Después de haberse casado en una elaborada ceremonia y ser coronado por el Patriarca, Heraclio, con 36 años, se dispuso a cumplir su cometido como Emperador.
[12] En 613, el ejército bizantino sufrió una aplastante derrota en la Batalla de Antioquía, permitiendo a los persas moverse libre y rápidamente por muchísimas vías.
Los persas no poseían ni un barco en el Bósforo y, por lo tanto, les era imposible sitiar la ciudad de manera efectiva.
Navegó con su ejército recién reclutado por la costa jónica y desembarcó en Iso, el sitio exacto donde Alejandro Magno había derrotado decisivamente a los persas unos 1000 años antes.
Heraclio, al parecer, no solo se veía superado en tácticas, sino también en número, por ejércitos cada vez más grandes.
Por su parte, los esfuerzos del patriarca Sergio por incentivar a la población en un frenesí religioso y patriótico no pasaron desapercibidos en la capital.
No obstante, Bizancio hizo un buen uso de sus tropas cuando Heraclio marchó sobre Mesopotamia al año siguiente.
[18][19] Cuando el Sol finalmente comenzó a ponerse, los persas ya habían sido derrotados y ambos ejércitos se retiraron para descansar.
Encabezando una procesión que incluía cuatro elefantes, la Vera Cruz se colocó en lo alto del altar de Santa Sofía.
En ese momento, la población bizantina esperaba, en términos generales, que el emperador llevaría al imperio entero a una nueva era de gloria y prosperidad.
[20] No obstante, los bizantinos y los persas realizaron esfuerzos, a veces en cooperación, para detener el avance de los árabes.
[21] Sin embargo, el conjunto de ideas y creencias que le legó a su seguidores transformaría Oriente Medio.
Cuando Heraclio servía como comandante en la flota de su padre, desarrolló una fobia al mar y se negó a cruzar el Bósforo hacia la capital.
[22] Además, parece que el Imperio ni siquiera estaba considerando la amenaza árabe como un peligro en ese momento.
Este sistema fue originalmente acreditado al gobierno de Heraclio por historiadores especializados en el Imperio Bizantino como Georg Ostrogorsky.
No obstante, un ejército autóctono bien entrenado, leal al estado, serviría al Imperio mucho mejor y durante más tiempo que los mercenarios de la época, cuya lealtad era únicamente a la moneda, lo que podría manipularse y volverse en contra el estado mismo, como ya había pasado durante la Caída del Imperio Romano Occidental.
[29] Tras su ascensión repentina, hubo poco tiempo para implementar una defensa efectiva en Egipto, y como consecuencia la provincia cayó en 642,[29] hecho en el cual Constante II tuvo nula culpabilidad.
[30] En este punto, los árabes parecían invencibles a ojos de los romanos y, por lo tanto, solo podían verse obstaculizados por sí mismos.
El historiador griego bizantino Procopio afirmó que dos monjes cristianos nestorianos finalmente descubrieron cómo se fabricaba la seda.
A pesar de esto, Constantinopla demostró ser demasiado incluso para los árabes, donde antes la desunión, la mera mala suerte o la habilidad y el celo habían dado la victoria a los guerreros del Islam, ahora eran los defensores de la capital quienes, armados con el fuego griego, repelían exitosamente todos los ataques árabes.
En 680, Constantino IV lanzó una expedición naval para hacerlos retroceder; la campaña fracasó y los búlgaros se volvieron aún más audaces.
[44] El comienzo del reinado de Justiniano continuó con los éxitos militares que había conseguido su padre contra los invasores árabes.
Emprendiendo campañas en Armenia, Georgia e incluso Siria, consiguió que se llegara a una renovación del tratado de paz firmado por su padre y el califa.
A los ermitaños se les prohibió hablar con la gente del pueblo o presentarse en sociedad de manera particular.
En unos minutos, el edificio entero había sido capturado y Tiberio huyó a Bitinia mientras los ciudadanos de la capital se rendían de forma pacífica; la alternativa habría sido un salvaje saqueo que, en la mente del vengativo Justiniano, era lo más justo y necesario.
El Tudun, gobernador designado Gran Kan, fue enviado a Constantinopla con otros 30 representantes, sin embargo, una tormenta destruyó su ejército y posteriormente también su flota cuando le ordenó regresar.
Llegó hasta Nicomedia al intentar retroceder, pero fue atrapado a veinte kilómetros de la Capital y ejecutado en el acto.
Teodora, la esposa jázara de Justiniano II escapó a un monasterio cercano con su hijo y ex coemperador Tiberio.