Cegando a un rival no solo se restringía su movilidad, sino que, además, lo imposibilitaba para conducir un ejército en el campo de batalla, algo muy importante para conseguir el control del imperio.
[4] La castración también eliminaba cualquier posibilidad de tener herederos que amenazaran el derecho del emperador y sus hijos al trono.
La ceguera como castigo para rivales políticos y como pena reconocida para la traición fue establecida en 705, aunque el emperador Focas la había utilizado anteriormente durante su reinado.
[5] La castración como castigo para rivales políticos no entró en uso hasta mucho más tarde, alcanzó popularidad en los siglos X y XI.
Un buen ejemplo es el de Basilio Lecapeno, hijo ilegítimo del emperador Romano I, que fue castrado cuando joven.