Era hijo ilegítimo del emperador Romano I Lecapeno y fue castrado cuando joven, aparentemente por cuestiones dinásticas, ya que según las costumbres y cultura de la época un hombre mutilado no podía acceder al trono.
[2] Perdió su puesto cuando el emperador Romano II ascendió al trono, pero lo recobró bajo el mandato de Nicéforo II y Juan I Tzimisces.
[3] Como jefe de la administración imperial amasó una gran fortuna personal, lo que al parecer le causó tensiones con Juan I Tzimisces poco antes de la muerte de este último en 976.
De acuerdo con algunas fuentes, Basilio envenenó al emperador.
Basilio Lecapeno fue exiliado y murió poco después.