En el Imperio bizantino, un exarca (en griego antiguo: ἔξαρχος exarchos; que pasó al latín como exarchus) fue un gobernador con extendida autoridad sobre una provincia localizada a cierta distancia de la capital Constantinopla.
En la administración civil del Imperio bizantino el exarca era, como se ha indicado anteriormente, el virrey de una provincia grande e importante.
Así, el escenario estaba listo para que el emperador Mauricio estableciese los exarcados para hacer frente a la situación en constante evolución de las provincias.
Mauricio creó un segundo exarcado para administrar el norte de África, anteriormente una separada ex-prefectura pretoriana, las islas del Mediterráneo occidental y las posesiones bizantinas en España.
El exarcado demostró ser tanto económica como militarmente fuerte, y sobrevivió hasta la conquista árabe musulmana de Cartago en el año 698.