[1] Aunque la celebración en 451 del Concilio de Calcedonia supuso la condena del monofisismo, esta doctrina seguía muy extendida por amplias zonas de Oriente, sobre todo en Egipto.
Esta aprobación papal produjo un fuerte rechazo en occidente que llevó a Vigilio a acordar con Justiniano la celebración de un concilio ecuménico, y que hasta el mismo no se tomaran medidas unilaterales.
Justiniano, comprendiendo que si mantenía su postura provocaría una ruptura en la unidad de la Iglesia, cedió convocando el concilio que habría de celebrarse en Constantinopla.
Después ofrece una síntesis de los acuerdos con el papa Vigilio.
Justiniano reaccionó ordenando el destierro del Papa si este no aceptaba íntegramente las decisiones del concilio, por lo que Vigilio tuvo que presentarse personalmente en el concilio y retractarse emitiendo la Segundo Constitutum.