Bajo su mando la flota musulmana obtuvo varias victorias navales incluyendo el rechazo de un contraataque romano en Alejandría en 646.
[6] Según el cronista del siglo IX Teófanes el Confesor, mientras el Emperador se preparaba para la batalla, soñó una noche que se encontraba en Tesalónica; al despertar relató el sueño a un intérprete quién dijo: «Emperador, desearías no haber dormido ni haber visto ese sueño de tu presencia en Tesalónica»; según el intérprete, la victoria se inclinaría a los enemigos del Emperador.
[7][8] Cuando los barcos se acercaban al sitio del enfrentamiento el emperador Constante levantó una cruz e hizo que sus hombres entonaran salmos, los árabes respondieron levantando la luna creciente e intentando ahogar los cantos de salmos recitando pasajes del Corán.
Tanto la cruz como la luna creciente fueron puestas sobre sus respectivos mástiles durante el enfrentamiento dando así el nombre a la batalla.
Durante los siguientes cuatro siglos, el Mediterráneo sería un campo de batalla entre romanos orientales y musulmanes.