[1] Está situada en el centro de la localidad y en su punto más elevado.
En su interior destacan sobre todo el retablo mayor, obra del siglo XVI, el retablo de la capilla del Sagrario, que es del mismo periodo, las pinturas murales descubiertas en el siglo XX y realizadas a finales del siglo XV, y la custodia procesional, que según la mayoría de los autores fue labrada por Juan Ruiz el Vandalino, aunque ello no ha podido ser demostrado fehacientemente.
[20][d] Y ese mismo año las paredes de la iglesia fueron revestidas, aunque por consejo del eclesiástico e historiador Manuel Nieto Cumplido se decidió preservar la solería primitiva de la iglesia.
[21] Y en 1814, según consta en un documento del archivo de la iglesia, se construyó la casa parroquial que está situada junto al templo.
[22] Sin embargo, en la construcción de este templo se aprecia claramente que fue proyectado por algún desconocido maestro de obras «local», ya que así lo corroboran «su traza y su ejecución arquitectónica» [2].
Algunos autores aseguran que es muy probable que cuando se decidió levantar este templo, y en un primer momento, solo se aspirara a alzar otro de dimensiones semejantes al anterior, que probablemente tendría planta cuadrada y estaría «abierto hacia el oeste», cumpliendo así una antigua tradición de la Iglesia católica.
[23] Y precisamente la actual iglesia de Nuestra Señora del Castillo, como señaló Rivera Mateos, está orientada litúrgicamente, ya que su altar mayor mira hacia oriente y respeta de ese modo la antiquísima tradición que ya fue consignada por el papa San Clemente en sus Constituciones apostólicas.
[21] Y sobre esa primitiva iglesia, que posteriormente sería ampliada hasta llegar a la actual La fachada principal de esa versión primitiva del templo sería la conocida como Puerta del Sol, que es la situada actualmente a sus pies, y tendría tres puertas, aunque las dos de los lados serían más bajas y estrechas que la central, sobre la que había un campanario de estilo mudéjar cuya existencia quedó plenamente corroborada durante la restauración del templo llevada a cabo en 1994 por el arquitecto Rafael Calderón, aunque ya se sabía de su existencia por ciertos testimonios orales que aseguraban que allí había una «fila de arquillos ornamentales de ladrillo cortado» que hasta esa restauración estuvieron cubiertos por una capa de cal.
[30] Y dicho arco está rodeado a su vez por una moldura con forma de arco conopial cuyas ramas se unen en forma de «llaga» y a la «manera ortodoxa», según Rivera Mateos.
[30] Sin embargo, Rivera Mateos señaló que la portada en sí es obra poco interesante[30] y compuesta simplemente por un rectángulo de piedra enmarcado por unas «sencillas fajas lisas» que tiene forma apuntada y una arquivolta sin adornos y rodeada por molduras, aunque en su parte superior hay una hornacina destinada a albergar alguna escultura que en la actualidad se encuentra desocupada.
[36] Entrando por esta puerta en el templo y en la pared del lado izquierdo hay una lápida empotrada de época romana,[f] y la Puerta del Sol es sustentada por dos fustes romanos,[36] o probablemente de esa época, que hacen las veces de jambas,[32] aunque conviene señalar que está algo desviada hacia el oeste con respecto al eje longitudinal del templo.
La capilla mayor y su mobiliario han sido reformados y modificados considerablemente a lo largo del tiempo, aunque apenas hay datos sobre ello, pero Rafael Ramírez de Arellano afirmó que anteriormente hubo otro retablo mayor diferente del actual y más sencillo en el que estaba colocado un cuadro de Santa Bárbara que actualmente se encuentra en una capilla situada a los pies del templo.
[46] Y este también fue remodelado en esa época por dicho párroco contando con el asesoramiento del delegado diocesano de turno.
[46] El párroco Miguel Castillejo también adquirió un púlpito, cuyo coste ascendió a 300.000 pesetas, y unos bancos de madera que fueron emplazados en la capilla mayor, que en aquella época aún estaba rodeada por una reja de hierro, realizados por el escultor Rafael Díaz Peno.
[47] Y el mismo párroco compró en esos momentos tres sillones dorados para el mismo lugar que servirían de asiento a los sacerdotes oficiantes, y también bancos para los feligreses que fueron repartidos por todo el templo y cuyo coste individual ascendió a cien pesetas.
Año de 1692», que traducido al castellano viene a decir «Lo hizo Fray Pedro Girón.
[52] Y fueron descubiertas casualmente en 1956 por unos pintones de Lucena que estaban pintando todo el templo En 1980 fueron descubiertas otras pinturas al fresco al ser despojadas de algunas capas de cal que las ocultaban,[53] aunque otros autores parecen dar a entender que aparecieron espaciadamente algunas más entre 1956 y 1980.
[55] Se desconoce quién fue el autor de estos frescos, y Valverde Madrid, sin apoyarse en ninguna prueba documental, aseguró que fueron pintados por Antón Pérez, coautor también supuestamente del retablo de la capilla del Sagrario de esta misma iglesia, pero Rivera Mateos afirmó que como dicho pintor nació en 1508, no debieron ser realizadas por él.
[62][63] En la nave del Evangelio, y junto a la capilla anterior, se halla esta, que no tiene advocación alguna y en la que solo hay un gran templete moderno de madera pintada en color blanco con columnas y capiteles, aunque este templete carece de interés artístico, según Rivera Mateos.
[58][15][63] Consta de un banco elevado en el que hay una hornacina destinada a manifestador o expositor eucarístico, y de un cuerpo sustentado por estípites adornados con rocallas y motivos barrocos[15] que cobija el óleo sobre lienzo, de 167 x 180 centímetros, que da nombre al retablo.
[64] En dicho lienzo, cuya parte superior tiene forma de medio círculo, aparecen representadas las iglesias «Purgante y Triunfante»[58][64] y en el centro San Miguel Arcángel en calidad de defensor de las almas o ánimas del Purgatorio, que aparecen por debajo de él expiando sus pecados en el Purgatorio y abrasadas entre las llamas, aunque entre ellas puede observarse a un monarca, un pontífice y un obispo, como señaló Rivera Mateos.
[67] Y entre los objetos custodiados en el museo hay ciriales, cruces, candeleros, cálices, vinajeras y otros «bellos ornamentos» que en su mayoría fueron donados al mismo por el obispo de Córdoba Leopoldo de Austria, como afirmó Rivera Mateos basándose en lo expuesto por Pascual Madoz[68] y por Juan Gómez Bravo,[69] aunque conviene señalar que este último indicó simplemente que «según se cree» dicho prelado fue el donante de algunos de ellos.
[58] En la parte central del banco o predela se halla un tabernáculo, y en el cuerpo central, que tiene tres calles de diferente tamaño, hay una hornacina grande cobijada por un dosel destinada a exponer a la adoración de los fieles la Sagrada Eucaristía.
[62][84] Y sobre el dosel hay un templete en el que se halla la imagen de la Virgen del Rosario, que mide 120 centímetros de altura, data de principios del siglo XVII, y está realizada, al igual que el retablo, en madera tallada y policromada.
[62] Y en las ménsulas situadas junto al cuerpo central del retablo se hallan las siguientes imágenes:[p] Está situada junto a la anterior y en la nave de la Epístola, y en ella hay otro retablo de madera tallada y policromada de la segunda mitad del siglo XVIII con columnas salomónicas[65] y una gran hornacina central en la que se halla la imagen de la Inmaculada Concepción, aunque otros autores indicaron erróneamente que el retablo data de la segunda mitad del siglo XVII.
[65] Las columnas salomónicas del retablo sostienen el entablamento que lo corona, están adornadas con racimos de uvas, y descansan sobre dos grandes ménsulas localizadas en el banco del retablo.
[51] Fue realizada[51] y comprada en la década de 1950, aunque en la actualidad pertenece a dicha hermandad.
[42] El coro de la iglesia está situado a los pies del templo, y en él destaca un órgano que, aunque está totalmente destrozado, tiene una caja adornada en estilo barroco de la segunda mitad del siglo XVIII.