Según el libro del Éxodo, el maná (hebreo: מן) era el pan enviado por Dios a los israelitas todos los días durante los cuarenta años que estos deambularon por el desierto.
Lo recibían todos los días, menos el séptimo, sábado, por lo cual debían recolectar doble ración el sexto día, es decir dos gomeres para cada uno.
En cuanto a su etimología, la palabra «מן» (man) puede estar relacionada con la pregunta “מָן הוּא” (“man hu”), que significa “¿Qué es esto?” en hebreo, expresando la sorpresa de los israelitas al ver por primera vez este alimento.
El mismo Jesús durante el discurso eucarístico en Cafarnaúm hace la comparación entre el maná y el pan de vida que es su cuerpo.
Algunos etnomicologistas, como Terence McKenna,[14] indican que la mayor parte de las características del maná son similares a las de los hongos Psilocybe cubensis,[15] estos tienen un efecto enteógeno,[16] a la vez que provocan la pérdida del apetito.