Poussin fue el fundador y gran practicante de la pintura clásica francesa del siglo XVII.
Pasó la mayor parte de su vida pintando en Roma, excepto durante un corto período de 1640 a 1642 en el que el cardenal Richelieu le ordenó regresar a Francia como pintor del rey.
Allí comenzó a asistir al taller del pintor flamenco Ferdinand Elle, y luego al de George Lallemand, ambos maestros menores a los que hoy se recuerda por haber sido maestros de Poussin.
Las dificultades financieras comenzaron con la marcha a España de Barberini, acompañado por Cassiano dal Pozzo, el anticuario y secretario del cardenal, quien más tarde se convertiría en patrón y gran amigo.
Sus dos cuñados eran artistas y Gaspard Dughet más tarde asumió el apellido de Poussin.
[8] Al mismo tiempo, estaba emergiendo el barroco romano: en la década de los 1620 Cortona fue produciendo sus primeras pinturas romanas para la familia Sacchetti; Bernini, que se había creado reputación como escultor, estaba diseñando el gran baldaquino de bronce en San Pedro; y una ingeniosa imaginación arquitectónica estaba emergiendo en las obras de Borromini.
El martirio de San Erasmo de Poussin para San Pedro fue el único encargo papal de Poussin, que consiguió gracias al cardenal Barberini, el sobrino del papa, y a Poussin no se le volvió a pedir que contribuyera con grandes altares o pinturas a gran escala para un Papa.
Para Vincenzo Giustiniani realizó Masacre de los inocentes (fecha temprana desconocida, Museo Condé, Chantilly).
En 1642, disgustado por las intrigas de Simon Vouet, Fouquières y el arquitecto Jacques Lemercier, Poussin retornó a Roma.
La mano derecha le temblaba cada vez más, algo que se nota en sus últimos dibujos.
[14] Et in Arcadia ego, un tema que pintó dos veces, una en 1627 y otra en 1637-38, ejemplifica su enfoque cerebral.
No pretendemos sentir simpatía por ellos y en lugar de ello nos vemos obligados por los artistas a pensar sobre un tema.
Poussin fue un artista prolífico que, además, dio lugar a numerosas imitaciones.