En la Francia del siglo XVII se dieron dos principales corrientes pictóricas, el naturalismo y el clasicismo.
[1] La pintura clasicista se centró en dos grandes pintores que desarrollaron la mayor parte de su carrera en Roma: Nicolas Poussin y Claude Lorrain.
[2] Este cuadro fue un encargo del cardenal Giulio Rospigliosi, futuro papa Clemente IX.
El conjunto representa la rueda de la fortuna, los diversos estadios por los que puede transitar el ser humano durante su vida.
[6] En esta obra Poussin se mostró como un destacado dibujante, con trazo preciso y seguro, así como un virtuoso colorista, con un equilibrio armónico entre colores azules y dorados que proporciona a la imagen la atmósfera precisa para el tema representado.