Sin embargo, mientras vivió, Cézanne fue un pintor ignorado que trabajó en medio de un gran aislamiento.
Cézanne se sintió de inmediato atraído por los elementos más radicales del mundo artístico parisino.
Fue declarado prófugo en enero de 1871, pero la guerra acabó en febrero y la pareja pudo volver a París en verano.
Inicialmente, era la relación de un maestro con su alumno, con Pissarro ejerciendo una influencia formativa sobre el artista más joven.
Dejando a Hortense en la región de Marsella, Cézanne se movía entre París y Provenza.
Aunque parecía tener menos dominio de la técnica que los otros impresionistas, Cézanne fue aceptado dentro del grupo.
En 1875, llamó la atención del coleccionista Victor Chocquet, cuyos encargos le proporcionaron algo de alivio financiero.
No intervino en la segunda muestra impresionista, pero sí en la tercera (1877) celebrada en la calle Pelletier, con dieciséis obras, entre las que se podían encontrar acuarelas, bodegones, paisajes, un cuadro de bañistas y un retrato del coleccionista Chocquet.
En 1879-80 pasó parte del invierno en Melun, aprovechando para pintar el paisaje cubierto de nieve.
La familia Cézanne fijó definitivamente su residencia en L'Estaque y a partir de entonces solo en raras ocasiones abandonó Provenza.
Para el año 1888 la familia estaba en la anterior mansión, Jas de Bouffan, un sólido edificio y terrenos con edificaciones anejas.
Desde 1890 hasta su muerte, se sucedieron acontecimientos perturbadores que le hicieron aislarse más, dedicándose en exclusiva a la pintura.
Cézanne sostenía que «Cuando juzgo el arte, cojo mi cuadro y lo pongo junto a un objeto obra de Dios como un árbol o una flor.
También alquiló una habitación en el Château Noir, cerca de Aix, donde se prepara un pequeño estudio.
A pesar del creciente reconocimiento público y éxito financiero, Cézanne prefirió trabajar en el aislamiento artístico, normalmente pintando en Provenza.
Émile Bernard, que ya en 1892 había dedicado un artículo a Cézanne, estuvo trabajando con él durante todo un mes en 1904.
[10] Ese mismo año, el Salón de otoño le dedicó toda una sala, con 30 cuadros y dos dibujos.
Muchos pintores jóvenes viajaron hasta Aix-en-Provence para verle trabajar y pedirle consejo durante los últimos años de su vida.
[11] Su ama de llaves le frotó los brazos y las piernas para restaurar la circulación; como resultado, recuperó la consciencia.
[11] Al día siguiente, pretendía seguir trabajando, pero más tarde se desmayó; el modelo pidió ayuda; le metieron en la cama, en Lauves de donde no volvió a salir.
[12] Después de su muerte, su estudio en Aix se convirtió en un monumento, Atelier Paul Cézanne, o les Lauves.
Cézanne intentó conseguir una síntesis ideal de la representación naturalista, la expresión personal y el orden pictórico.
Con este fin, ordenaba estructuralmente todo lo que veía en formas simples y planos de color.
[15] Se trata de un periodo caracterizado por colores oscuros y un intenso uso del negro, con pigmentos espesos, muy empastado.
Al instalarse en 1872, en Auvers (Val-d'Oise), comenzó su estrecha relación de trabajo con Pissarro, quien vivía en la cercana Pontoise.
El hermano de Hortense tenía una casa desde la que se veía la montaña Sainte-Victoire en Estaque.
El paisaje laberíntico de las canteras debieron impresionarle particularmente, pues alquiló una cabaña allí en 1897.
Parecía reintroducir una estructura formal que los impresionistas habían abandonado, sin sacrificar por ello la sensación y vivacidad lumínica lograda por ellos.
Durante muchos años la obra de Cézanne solo fue conocida por sus antiguos colegas impresionistas y por unos cuantos artistas jóvenes radicales de la línea del postimpresionismo, entre los que se incluían Vincent van Gogh y Paul Gauguin.
Hay una frase, atribuida tanto Matisse como a Picasso, según la cual «Cézanne es el padre de todos nosotros».