Como en su obra Los jugadores de naipes, también aquí el personaje está fuertemente anclado en su decorado.
Sobre el fondo hay una puerta de madera, mientras que a su izquierda se ve una mesa con una cafetera y una taza con cucharilla, una auténtica naturaleza muerta[2] por sí misma.
No pretende Cézanne una reproducción exacta, fotográfica, del modelo.
Buscaba el pintor experimentar las leyes de su pintura, construir la verdad con sus propios medios artísticos.
Para caracterizar al personaje retratado le basta la actitud equilibrada y la fisonomía simplificada de la mujer.