Además, Bonnefoy es autor de numerosas traducciones (principalmente inglesas, si bien también tradujo a Leopardi), pero destaca sobre todo su trabajo extraordinario con Shakespeare (Hamlet, Macbeth, El rey Lear, Romeo y Julieta, Julio César, Cuento de invierno, La tempestad, Antonio y Cleopatra, Otelo, Como gustéis, Poemas, Sonetos).
Se dice que es el poeta francés más importante de la segunda mitad del siglo XX; su poesía, muy concentrada, no es muy extensa.
Pero su actividad plural ha sido incesante, y su obra ensayística ha cobrado una dimensión fuera de serie.
Según dice él, la presencia es la experiencia inmediata, pura, vinculada al mundo: sus evocaciones filosóficas suelen partir de los neoplatónicos pero para desplazar sus nociones comunes.
Para Bonnefoy, que por lo demás es un gran teorizador, el concepto y la abstracción pueden separar a los seres humanos del mundo sensible, pues las cosas cotidianas y las miradas ajenas pesan en ellos, en sus mentes, mucho más que las ideas.