Como regalo de boda, le entrega una diadema de oro, obra del dios Hefesto-Vulcano, que más tarde fue convertida en constelación y que, hoy en día, conocemos como Corona Boreal.
[b] Ariadna, que acaba de ser abandonada por Teseo en la isla de Naxos, se ha despertado hundida en el desconsuelo y la indignación, las cuales se tornan en sobresalto con la irrupción del dios y su séquito.
Consigue, finalmente, atraer entre sus brazos a Ariadna, con cuyo catasterismo, o el de su corona,[c] se significa el origen mitológico de la Corona Borealis.
De las dos situaciones posibles, el descenso brusco del carro por el dios impetuoso y la subida de Ariadna a éste, Tiziano ha escogido la que resulta más dramática, a diferencia, por ejemplo, de Poussin, que escogerá la segunda para su Bacanal (Museo del Prado).
[1] Conforman el resto del séquito: un pequeño fauno arrastrando una cabeza de ternero y un fornido sátiro ceñido con serpientes, que quedan en primer plano; les siguen una bacante con pandereta en mirada cómplice con el sátiro que porta el tirso y alza un pernil; quedando por detrás, más al fondo, un sátiro soplando un cuerno junto al burro que monta el ebrio Sileno y un porteador de vino.
Dan equilibrio a todo este grupo de figuras una urna con la firma del pintor y un perrito.
Otra copia, pintada por Carlo Maratta, se expone desde 2022 en el Palacio Real de La Granja (Segovia) [1].
Luego fue exhibida por otro titular, Thomas Aldea, en la Institución Británica en 1816 y, finalmente, fue comprada por la National Gallery en 1826.
En 1967-68 el cuadro fue sometido a una limpieza muy profunda, a fin de eliminarle los barnices oscurecidos; pero al parecer esta limpieza barrió partes del color original, que hubieron de reintegrarse.