Dotado de una sólida formación humanista, fue destinado a la carrera eclesiástica y enviado a España, donde reinaba su sobrino el emperador Carlos I de España.
Desde ese puesto mantuvo enfrentamientos con el canciller Juan de Quiñones.
Un año más tarde, prestó al monarca 5.000 ducados para la Guerra de Esmalcalda contra la Liga protestante homónima.
Su asistencia estaba confirmada durante el Concilio de Trento, aunque, tras enfermar, decidió regresar a España.
[3] En 1557 visitó a su sobrino Carlos en el monasterio de Yuste donde estaba retirado y algunas crónicas hablan de que pudo contraer paludismo durante su viaje.