La comunidad judía actual de Polonia se estima entre 8000 y 12 000 personas, concentrados sobre todo en Varsovia, aunque el número actual de judíos, incluyendo aquellos que no están vinculados al judaísmo o a la cultura judía pero que son judíos según las leyes rabínicas, podría ser varias veces mayor.
Los primeros judíos llegaron a la actual Polonia en el siglo X viajando por las rutas comerciales del este.
En esta crónica se lee que los judíos estaban viviendo en Gniezno, la capital del reino polaco en la época de la Dinastía Piast.
Los judíos animados por el régimen tolerante de este mandatario se asentaron por toda Polonia, incluyendo las fronteras con Lituania.
Los judíos formaron la clase media en un país donde la población consistía en una minoría de grandes latifundistas, la única nobleza polaca denominada "Szlachta", y el campesinado.
Entre otras cosas, el estatuto sirvió para abolir los antiguos privilegios de los judíos, ya que éstos eran "contrarios al derecho divino y a las leyes del país".
Algunos trabajos recientemente publicados (de historiadores como Fram, Hundert, Rosman, Teller y Teter) han intentado demostrar que ese supuesto aislamiento no era tal.
De esta manera Polonia continuó siendo el centro espiritual del Judaísmo en aquella época (tal vez como lo son hoy en día Israel o los Estados Unidos).
Los reyes polacos generalmente siguieron fomentando el apoyo a la comunidad judía en contraste con un clero y una nobleza hostiles.
Las reformas resultaron efímeras: al poco tiempo los ejércitos rusos volvieron a invadir Polonia, seguidos de los prusianos.
Las víctimas incluían mujeres y niños[1] Toda la cultura generada por la comunidad judía de Polonia tuvo una gran influencia en el mundo judío.
El asesinato del zar originó una oleada a gran escala de revueltas antijudías, denominadas pogromos entre 1881 y 1884.
Los pogromos continuaron dándose de forma habitual hasta 1884 con el apoyo tácito del gobierno que miraba para otro lado.
También hubo una considerable oleada migratoria judía hacia los países en ese momento más tolerantes de la Europa Occidental, como Francia, el Reino Unido, Holanda, Bélgica e incluso Alemania, que provocaron un aumento del antisemitismo en la zona.
El Bund, un partido socialista judío, se había extendido por toda Polonia a principios del siglo XX, y muchos trabajadores judíos, a los que podríamos considerar como auténticos proletarios industriales de las ciudades de Varsovia y Łódź, militaban en él.
En cambio, en otros muchos lugares, sobre todo en Ucrania, estaban sucediendo horribles pogromos de los que la prensa no se hizo eco alguno.
Algunos judíos polacos supervivientes del Holocausto cursaron sus estudios en la Universidad de Varsovia y llegarían a ser importantes políticos israelíes, como Menachem Begin o Yitzhak Shamir.
De esta manera, a los ciudadanos se les juzgaba por su lealtad al Estado y no por sus creencias religiosas.
Estos años (desde 1926 hasta 1935) fueron percibidos muy favorablemente por los judíos polacos, cuya situación mejoraba sustancialmente con el gobierno de Piłsudski.
Este proceso alcanzó su punto más alto en 1937 cuando se establecieron cuotas semilegales o ilegales ("Numerus clausus") en las universidades.
Algunos de ellos, sobre todo judíos polacos comunistas, se fueron voluntariamente pero muchos otros fueron forzosamente deportados hacia el Gulag.
El Instituto Nacional Polaco por la Memoria señala 22 poblaciones más en las que sucedieron pogromos similares al de Jedwabne.
En otras muchas ciudades con población judía, como Cracovia, Bialystok, Częstochowa, Kielce y Radom, los alemanes también crearon guetos.
Si pretendían buscar refugio en el lado ario de la ciudad, solían acabar volviendo, dado que no podían encontrar un lugar para esconderse.
Además muchos polacos colaboracionistas se aprovechaban de ellos robándoles para luego entregarles a los alemanes que les recompensaban económicamente.
En este contexto los nazis convirtieron en algo rutinario disparar a los niños mientras introducían comida en los guetos; mucha gente fue asesinada por traficar con gallinas o con leche.
Estos miembros de la policía judía recibían, junto con sus familias y parientes, inmunidad para ser deportados como pago por su cooperación.
Una segunda oleada migratoria de unas cincuenta mil personas desde Polonia tuvo lugar durante la apertura del régimen comunista entre 1957 y 1959.
Once partidos políticos judíos independientes, ocho de ellos legales, actuaron hasta su disolución forzosa durante los años 1949 y 1950.
Esta organización estima que hay aproximadamente 100.000 judíos en Polonia (o parcialmente judíos) aunque no sean religiosos, de los cuales entre treinta y cuarenta mil tienen alguna conexión directa, por pequeña que sea, con la comunidad judía, ya sea a nivel cultural o religioso.