Apellidos judíos

Los apellidos no eran desconocidos entre los judíos de la Edad Media, y como los judíos comenzaron a integrarse más con sus conciudadanos, la práctica de utilizar apellidos, además del nombre “sagrado”, empleado sólo en la vida religiosa, creció rápidamente.

[1]​ La necesidad de agilizar el cobro de impuestos y los servicios de reclutamiento militar que tuvo lugar en el Imperio austríaco, Imperio ruso y en los Estados alemanes en los siglos XVIII y XIX hizo que se promulgaran leyes que obligaban a la población judía a adoptar apellidos hereditarios.

Si un judío no elegía su propio apellido, éste era impuesto por la fuerza por los funcionarios imperiales.

Sin embargo, se permitió seguir utilizando los apellidos existentes de este tipo.

La aplicación de este artículo suponía un plazo de dos años, pero en la práctica no logró ejecutarse completamente, por lo que las autoridades se vieron forzadas a promulgar una nueva ley para los judíos, publicada en 1835, para incluir una vez más el artículo correspondiente con el número 16.