En 1972 la sociedad entró en quiebra y la empresa pública FEVE se hizo cargo de la línea.
El principal problema de esta industria fue el alto coste que representaba el transporte del carbón necesario para la elaboración del coque utilizado para alimentar los hornos de fundición puesto que es la única gran siderúrgica a nivel mundial que no se sitúa en una cuenca carbonífera dado que las necesidades de combustible, en este caso carbón, se estiman entre 3 y 5 veces su peso en mineral de hierro.
Este hecho provocaba que la importancia porcentual del combustible en el coste de producción del lingote de hierro en Vizcaya doblase e incluso triplicase lo que representaba en otras zonas siderúrgicas como Pittsburgh, Loire o Westfalia.
[2] El elegido fue el ferrocarril, que tras la Revolución industrial se había convertido en el transporte terrestre más ventajoso.
Los proyectos para resolver este problema de comunicaciones fueron varios durante el final del siglo XIX.
[7] Zuaznávar (1841-1916), con gran experiencia en explotaciones mineras, convenció al empresariado bilbaíno (Ustara, Gandarias, Ampuero, López de Lerena, Echevarría, Epalza, etc.) del interés económico de invertir en el proyecto.
Aunque en un principio se estudiaron dos variantes (una de ellas en ancho ibérico), al final se optó por realizar el trayecto en vía estrecha para abaratar costes, pues suponía un ahorro de un 60 % respecto al ancho normal.
[2] Su presidente era Cirilo María de Ustara y Zuaznávar el director general.
El proyecto principal estaba completado, pues el transporte de Valmaseda a Bilbao debía realizarlo el Ferrocarril del Cadagua, con el que la Sociedad del Ferrocarril Hullero había llegado a un acuerdo de colaboración, pero divergencias entre ambas compañías hicieron que La Robla decidiera continuar su tendido hasta la capital vizcaína[7] aunque en un primer momento solo llegó hasta Aranguren.
[16] En 1902 se abrió el tramo Valmaseda-Luchana/Bilbao (haciendo el acceso a Bilbao por el trazado del Ferrocarril Santander-Bilbao).
Finalmente en 1911 se finalizó el nuevo tramo entre Aranguren e Iráuregui (al otro lado del río Cadagua) para no compartir las vías con el Santander-Bilbao debido a sus divergencias.
[17] En 1923 se culminó el ramal auxiliar León-Matallana, que establecía el servicio directo Bilbao-León.
[20] La demanda creció a partir de 1910, y se desarrollaron importantes focos mineros en zonas como Sabero y Matallana, en la provincia de León, donde se constituyeron nuevas e importantes sociedades mineras.
La guerra civil española (1936-1939) supuso un importante estancamiento en la historia del ferrocarril, pues las cuencas mineras permanecieron paralizadas, el tren fue utilizado con objetivos militares por ambos bandos y se produjeron importantes destrozos en las infraestructuras.
[23] Ese año se aprueba la adquisición de sus primeras locomotoras diésel: 7 modelos Alshtom Serie 1000.
La empresa adquirió entonces 10 locomotoras diésel GECo, que llamó Serie 1500, a General Electric, y sustituyó definitivamente la tracción de vapor.
[18] La duración del viaje se redujo a 7 horas y media.
[22] A este servicio regional popularmente se le conoce como Correo de la Robla.
Asimismo, también se reanudó su uso por parte del Transcantábrico, llevándose a cabo una importante inversión para la modernización y mantenimiento de la línea.
Como se ha explicado anteriormente, este tránsito fue en aumento hasta alcanzar su techo, con 908 464 t, en 1958.
[3] Para 1966, el transporte de hulla desciende en un 30 %, y esta tendencia ya será imparable.
La extracción de arena silícea en esta localidad burgalesa se viene realizando durante todo el siglo XX, primero en las antiguas canteras de Cristalería Española y posteriormente en el propio embalse del Ebro.
Valmaseda, Ibarra, Zalla, Güeñes, Sodupe, La Cuadra, Zaramillo, Iráuregui y finalmente Luchana (hasta 1972, en que FEVE se hizo cargo de la explotación).
De los siguientes proyectos (algunos incluso con concesiones y leyes específicas aprobadas) ninguno fue llevado a cabo:[15] La influencia del ferrocarril en la cultura popular de las localidades que atravesó ha sido grande.
Las líneas en activo son las siguientes:[45] Salinas de Pisuerga, Cillamayor, Mataporquera, Los Carabeos, Montes Claros, Las Rozas, Llano, Arija, Cabañas de Virtus, Soncillo, Robredo Ahedo, Dosante Cidad, Pedrosa, Sotoscueva, Redondo, Espinosa de Los Monteros, Quintana, Bercedo, Cadagua, Mercadillo, Ungo Nava, Arla-Berrón, Valmaseda, Zalla, Aranguren/Apdro., Aranguren, Sodupe, Zaramillo, Iráuregui, Zorroza, Basurto, Amézola y Bilbao.
[50][51] También el nombre varía según la región donde se cocine, pudiendo ser llamada "Olla ferroviaria", "Puchera ferroviaria" o simplemente "Putxera", y es habitual encontrarla en establecimientos de las localidades de la ruta.