El alto horno u horno alto[1][2] es aquella construcción realizada para efectuar la fusión y la reducción de minerales de hierro,[3] con vistas a elaborar la fusión y fundición, convirtiendo el mineral férrico en lingotes.
Una vez obtenido el arrabio líquido, se lleva al convertidor o a un horno de arco eléctrico a través del torpedo (transporte) para ser afinado ajustando su contenido de carbono y eliminando impurezas como el silicio o el fósforo, añadiendo en su caso otros elementos aleantes para obtener determinadas propiedades (como cromo, níquel, wolframio o cobalto entre otros).
A las diez horas el horno era demolido y se obtenía una mezcla heterogénea incandescente con más o menos hierro reducido y escoria, del tamaño del puño.
Una corta chimenea facilitaba la recarga del horno durante la operación y activaba el tiro.
Del mismo modo, los fuelles permitían un suministro de aire más eficiente y mejor controlado.
En Europa Occidental, las instalaciones y las forjas adyacentes estuvieron muy extendidas hasta el siglo XVIII.
La permeabilidad baja de las arenas ferruginosas usadas limitaba la altura a 1,6 m, y por lo tanto bloqueó la progresión al alto horno.
Cuando la mezcla se calentaba se ponía en contacto con carbón vegetal, que absorbía el carbono del combustible hasta saturarlo, obteniéndose así la fundición homogénea y libre de las impurezas de la mezcla.
Durante la dinastía Han la técnica se desarrolló mucho y la industria del hierro fue nacionalizada.
El suelo solía estar inclinado unos 30 grados para una mejor recogida del hierro fundido.