Ciudad de los Césares

La ciudad se caracterizó por ser buscada intensamente durante la época colonial, pues se suponía que había sido fundada, según las diferentes versiones, por españoles (náufragos, o exiliados) o por mitimaes incas; y que estaba llena de riquezas, principalmente oro y plata.

como Chulilaw, principalmente los cercanos a Esquel, lo cierto es que allí nunca hubo una gran ciudad.

Sin embargo, durante su escala en Pernambuco (Brasil), la expedición escuchó las primeras versiones sobre una rica tierra en el interior de América del Sur a la cual se podría acceder a través de un gran estuario ubicado más al sur.

[2]​ Según esta versión, García había conseguido su objetivo hallando grandes riquezas en el actual altiplano boliviano, aunque finalmente terminó siendo asesinado por los indios payaguas en su camino de regreso hacia la costa atlántica.

Del Puerto, quien había entablado vínculo con los indios, ratificó los rumores sobre la Sierra de la Plata y se unió a la avanzada española como guía e intérprete.

[3]​ Sin embargo, al volver a Sancti Spiritu la expedición habría encontrado el fuerte quemado, sin rastros de Gaboto y sus hombres por lo que, bajo esas circunstancias, César habría decidido encaminarse hacia el Perú junto a sus soldados, ya que habría tenido noticias de la llegada de Francisco Pizarro a aquellas tierras.

Así, la avanzada de Francisco César habría atravesado la Cordillera de los Andes en un punto donde la altura les permitía ver mar a ambos lados, para luego continuar viaje surcando la costa del Pacífico pasando por Atacama, Lipez y Charcas hasta el Cuzco, llegando justo en el momento en que Pizarro mantenía cautivo al emperador inca Atahualpa.

César y siete compañeros más, supuestamente los hombres que componían su propia columna, regresaron al fuerte español en febrero de 1529, con lo cual el viaje hacia el interior del territorio habría durado no más de dos meses y medio.

[3]​ Continuando con la investigación realizada por Toribio Medina, Sancti Spiritu habría sido atacada por los indios en septiembre de 1529 y en octubre de ese mismo año César se habría embarcado junto a Gaboto rumbo a España.

Los españoles finalmente acamparon en Cajamarca, desde donde podían divisar, a una legua de distancia, el extenso campamento del ejército incaico donde también se encontraba alojado Atahualpa.

Más tarde se corroboraría que las exageradas historias sobre la riqueza chilena habían sido fomentadas intencionadamente por los propios incas con el objetivo de dispersar a las tropas españolas, enviarlas a combatir con los temibles mapuches y alejarlas lo más posible de Cuzco.

Los españoles se definieron por la segunda opción y continuaron su avance hacia lo que actualmente es la provincia argentina de Jujuy.

Sin poder entablar vínculo con las desconfiadas tribus del lugar, la expedición continuó viaje por los solitarios valles de Huasco y Coquimbo, con la noticia de que más al sur la tierra era mala y estéril.

[7]​ Si bien ambas gobernaciones tenían una extensión territorial similar y las cédulas reales no establecían distinciones entre ellas, resultaba evidente la brecha que existía entre ambos beneficiarios.

Sin embargo, sus hombres continuaron viaje durante veintidós días hasta encontrarse con el caudaloso río Chubut.

Tres hombres más, queriendo evitar la aplicación de sus respectivas condenas, se fugaron hacia el interior del continente.

[9]​ El segundo buque que componía la flota intentó en vano socorrer a los sobrevivientes, siendo arrastrado por los vientos y las corrientes hacia la bahía ubicada al sur de la isla de Tierra del Fuego, donde permaneció durante seis meses, cuando finalmente logró partir nuevamente con destino a Europa.

La tercera nave logró pasar al estrecho y llegó hasta el Perú, mientras que del cuarto buque no se supo más nada, aunque se sospechó que habría naufragado en algún punto de la costa patagónica.

A la suerte corrida por estos marineros se sumaba además el misterio del cuarto navío, cuyo contingente también podría haber terminado en las inhóspitas tierras de la Patagonia.

Finalmente, siguiendo las indicaciones de algunos indios y los rastros dejados por otros que huían a su paso, los náufragos lograron llegar hasta una población ubicada a orillas de un lago largo donde había muchos peces y animales.

Sin embargo, este hecho choca con la versión de los sobrevivientes de los otros barcos, quienes aseguraban que la nave capitana donde iba Rivera había quedado varada y que tanto él como su gente se habían salvado.

Por ello, resulta más factible que ese último lago haya sido el lugar donde se habrían instalado los supuestos náufragos españoles.

Su argumento para fomentar dicha empresa era un episodio ocurrido durante un viaje que habría realizado tiempo atrás, en un barco francés con destino al estrecho de Magallanes y a las islas Molucas.

[11]​ Los hombres que estaban en tierra finalmente decidieron tomar por asalto el navío y sus provisiones, generando un enfrentamiento donde algunos de los tripulantes que se hallaban en el barco murieron y otros se salvaron saltando hacia la tierra.

También les informaron que estos europeos poseían perros a los cuales mantenían atados con sogas de oro.

Según Blas Ponce, el primer encuentro entre el barco francés y el barco perteneciente a la expedición del obispo de Placensia habría tenido lugar cuando Ibaceta contaba con quince años de edad y este habría relatado su experiencia a Jerónimo Luis de Cabrera teniendo ya ochenta y cinco años según los cálculos del declarante.

[15]​ Este mito prosperó en la región, principalmente producto de que del territorio Huilliche se decía incluso hasta 1790 que “eratan ignoto el país del lado sur de Bueno (Río Bueno) que solo uno u otro le habían reconocido y visto”; siendo este territorio una frontera cerrada en torno a la cual circulaban las leyendas sobre la ciudad de los Césares, llamados en la zona “osornenses”.

Él también oyó a los indígenas relatar las historias de los sobrevivientes españoles viviendo en paz con los indios y las del asentamiento inca.

Además, aunque es una adaptación más libre del mito, se puede mencionar la obra de Hugo Silva Pacha Pulai, en la que se relata una versión ficticia del desenlace del Teniente Bello que, luego de perder el rumbo, llega a una ciudad perdida llamada Pacha Pulai, fundada por exploradores españoles perdidos y en la que el metal más usado es el oro, al punto de no tener ningún valor.

Martínez Estrada, en su Radiografía de La Pampa, hace referencia a Trapalanda cuando trabaja el conflicto entre ilusión y ficción que se produce en los conquistadores cuando llegan al continente americano.

Mapa del Atlas Miller (1519) donde se observa la costa de Brasil y la desembocadura de los ríos Amazonas y De la Plata .
Mapa de la región pampeana argentina.
Vista del lago Los Molinos en las sierras de Córdoba .
Vista de la Ciudad de Panamá hacia 1850.
Retrato de Atahualpa .
Expedición de Almagro a Chile , pintura de Fray Pedro Subercaseaux .
Ruinas de la ciudad incaica de Shincal cerca de Londres ( provincia de Catamarca ).
División de las capitulaciones españolas en América del Sur durante el siglo XVI .
Vista de las Torres del Paine , en la Patagonia chilena.
Vista del lago Buenos Aires/General Carrera . Posible lugar donde se habrían instalado los náufragos españoles.