En este último aspecto es famosa por sus cines, si bien en los últimos años algunos de ellos han cerrado y otros se han reconvertido al teatro musical, por lo que el tramo comprendido entre la plaza del Callao y la de España se conoce como el «Broadway madrileño».
Como dato curioso, aunque ya presente en otras calles similares de ciudades europeas, se puede señalar que Velasco propuso pavimentar la calzada con madera.
También se dispusieron otras dos tribunas, una para miembros del Ayuntamiento y otra para el Cuerpo Diplomático, ambas adornadas con tapices de la serie de los Faetones.
El contratista en poner la primera piedra fue D. Álvaro Guadaño Bernaldo de Quirós.
El área afectada sería de 142 647,03 m², que incluían 358 fincas y 48 calles, construyéndose 32 manzanas nuevas.
En sustitución de las derribadas, se crearon seis nuevas manzanas, sobreviviendo solo el oratorio del Caballero de Gracia, cuyo ábside, que quedó al descubierto al ser derruida la casa que lo tapaba, es hoy en día visible desde la Gran Vía.
En este tramo, todos los edificios construidos dedicaban sus primeras plantas a comercio y oficinas.
Para la construcción de esta segunda fase se tuvieron que demoler 125 fincas y cuatro calles, transformándose otras trece.
En 1921, antes de finalizar las obras, se constató que el bulevar arbolado del proyecto original dificultaría el tráfico rodado, por lo que se decidió suprimirlo.
Se construyeron en este tramo doce manzanas nuevas, una de las cuales alberga el Edificio Telefónica, que en su época fue el rascacielos más alto de Europa.
Se denominó en el proyecto Avenida A, aunque estaba pensado su nombre posterior de calle Eduardo Dato, en homenaje al que fuera presidente del gobierno.
Otra dificultad añadida fue las numerosas reclamaciones interpuestas por los propietarios negándose a las expropiaciones.
Reordenada la zona, confluencia con la calle Montera, se instaló una fuente diseñada por Manuel Herrero Palacios y con esculturas de Gerardo Martín Gallego.
En el año 2002 se reformó la calzada y las aceras para intentar darle un aspecto homogéneo a la calle.
También se sustituyeron las farolas y se retiraron las columnas publicitarias, conocidas popularmente como chirimbolos, instaladas por el Ayuntamiento a mediados de los años noventa por toda la ciudad y que habían provocado un fuerte rechazo entre la ciudadanía por su aspecto estético.
Con ello, se aprovechó para recuperar el icónico templete de acceso construido por Antonio Palacios en 1919.
[6] A lo largo de su historia, la Gran Vía ha tenido diversos nombres oficiales, y también otros populares.
Durante este período también tuvo otros nombres populares como Avenida de los obuses o, la zona del bulevar, Avenida del quince y medio, en referencia a los proyectiles que el ejército franquista lanzaba sobre los pisos superiores del edificio de la Telefónica, que era usado como observatorio militar.
Pese al nombre impuesto por el régimen, muchas personas continuaron llamándola Gran Vía.
Otros dos grandes almacenes, El Corte Inglés y Galerías Preciados, surgieron junto a la plaza de Callao.
Durante la Guerra Civil, por su proximidad al frente situado en la Ciudad Universitaria y en la Casa de Campo, esta zona de la Gran Vía fue la que más se resintió.
Algunos pretendían recuperar el pasado arquitectónico español, siendo construidos en estilo neobarroco o neorrenacentista; otros son de inspiración francesa.
Entre ellos cabe destacar: Los edificios del antiguo bulevar son de estilo más afrancesado y algunos de estilo americano: En el tercer tramo se construyeron edificios más modernos, de estilo racionalista, aunque también hay algunos en los que perdura el eclecticismo anterior.