Oratorio del Caballero de Gracia

[nota 1]​[1]​[2]​[3]​[4]​[5]​ El oratorio original fue construido en 1654, pero su estado ruinoso a mediados del siglo XVIII hizo necesaria su rehabilitación.

Esta segunda propuesta fue la elegida, completando Villanueva el proyecto con los alzados interiores en junio de aquel mismo año.

Allí, personajes como Giovanni Battista Piranesi, Johann Joachim Winckelmann o Anton Raphael Mengs, prefiguraban un nuevo movimiento artístico; una vuelta a la antigüedad entendida como un modelo repetible.

Juan de Villanueva llegó a Roma en 1759, donde se consolidaba el esquema teórico del Neoclasicismo.

En 1794 las deudas y la imposibilidad de terminar el edificio apremiaban tanto que un benefactor se comprometió con los gastos finales de obra si se terminaba para la Octava.

Se produce un intercambio de cartas entre Villanueva y la Congregación; el arquitecto consideraba que sus órdenes debían prevalecer sobre la premura del tiempo, y la Asociación veía peligrar el importante donativo si no finalizaba la obra en la Octava.

Sigfrido Herráez Rodríguez, Ana Iglesias González, Juan Armindo Hernández Montero e Isaac Sanz Alonso, de la Empresa Municipal de la Vivienda, en colaboración con la Fundación Caja Madrid, restauran la fachada y reparan tejados y medianeras.

El esquema del edificio es muy sencillo: coro, nave basilical, falsas naves laterales delimitadas por columnas (en realidad son meros pasillos), crucero recortado con cúpula, ábside y dependencias anexas: sacristía, cuartos de capellanes y sala de juntas.

El lugar, aunque actualmente es muy céntrico, no es de relevancia, por las calles estrechas en que se ubica.

Los planos originales de Villanueva para la fachada sur (la que da a la actual Calle del Caballero de Gracia) fueron ligeramente alterados al llevarla a efecto el arquitecto Custodio Moreno entre 1826 y 1832.

A los lados, sencillas hornacinas y decoraciones de placado, y en el remate un frontón clásico roto para dejar hueco a un ventanal de arco rebajado.

A ellas se unen las dos semiempotradas en el ábside, que sostienen una media naranja decorada con casetones, a juego con los que decoran la bóveda de cañón de la nave.

La sucesión rítmica de las columnas, por otro lado, hace que el reducido espacio se prolongue sin límites.

Este efectismo espacial es herencia del Barroco, apareciendo por ejemplo en la Scala Regia de Gian Lorenzo Bernini para el Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano.

Rematando este espacio, un resplandor con el triángulo trinitario y ángeles adoradores.

Fachada norte del oratorio, que da a la Gran Vía .
Interior del templo hacia la cabecera.
Interior de la cúpula.