Carlos María de Castro

Mediante una retícula ortogonal, el plan suponía añadir una corona de terreno a la ciudad por norte, este y sur, ordenando los usos del suelo (residencial, industrial, militar, esparcimiento, agropecuario).

La unidad básica de edificación debía ser la manzana regular, con vértices achaflanados y patios interiores.

Una cuarta parte del Ensanche estaría destinada a plazas, arboledas y jardines públicos.

Finalmente, la ciudad seguía estando limitada por motivos militares y fiscales, pero ya no por una muralla, sino por un foso.

Así, por ejemplo, Cánovas del Castillo impulsó un Real Decreto en 1864 por el que se redujeron los espacios verdes al 30 o 20%, permitiendo que los espacios libres de las manzanas se convirtieran en calles particulares.

Palacete de Carlos María de Castro en Madrid, diseñado por él mismo en 1864.
Mapa del proyecto del Ensanche de Madrid (en rojo) y la ciudad antigua (en gris).