Tuvo la honradez de no adoptar ese nuevo lenguaje sin asimilarlo y, sin embargo, la calidad de su obra en la década de 1920–30 es tal, que incluso los jóvenes arquitectos que, en esos mismos años, luchan por introducir las «nuevas ideas», como Fernando García Mercadal o Carlos Arniches Moltó y otros, admiran la obra de Zuazo, la estudian y le consideran un verdadero maestro.
La idea partió del arquitecto y urbanista alemán Hermann Jansen que, para participar en el concurso, preguntó a García Mercadal (que había trabajado con él en Berlín) por un posible colaborador madrileño, y este, pensó inmediatamente en Zuazo.
Aunque recibió una alta consideración del jurado, el plan no fue premiado.
En 1935 colaboró con Eduardo Torroja en el proyecto del desaparecido Frontón Recoletos.
[5] Toda su obra posterior, aunque deja ver siempre su gran calidad como arquitecto, carece de esos valores magistrales que alcanzaron su máxima expresión en la Casa de las Flores.
Este inmueble se levanta en la denominada "Roca Tarpeya" de la vieja ciudad castellana, en plena judería de la ciudad, en una escarpada zona que Zuazo supo aprovechar con maestría.