Felipe Pérez y González

Desde los catorce años se dedicó al periodismo, a los quince escribió un juguete dramático cómico-político y a los dieciocho su primer libro de versos, El libro malo, una colección de ingeniosos epigramas.

Sus primeros escritos aparecieron en los periódicos sevillanos La Mariposa y El Tío Clarín.

Se licenció en Derecho con brillantez y trabajó como oficial del Archivo Municipal de Sevilla y como secretario de su Ayuntamiento, cargo del que dimitió para consagrarse en exclusiva a la literatura, el teatro y el periodismo en Madrid, hacia donde marchó a vivir en 1884.

Otras piezas dramáticas suyas son Con luz y a oscuras, Casi... Casi..., El oso y el centinela, Simón por horas, La villa del oso, Pasar la raya, Los vecinos del segundo, Los cortos de genio, Estoy que ardo, La manzana, El fruto prohibido, La jaula, Las oscuras golondrinas, Pelillo a la mar, París de Francia, Bonito soy yo, El barbián de la Persia, Recurso de casación, Las ligas verdes, El marquesito, Oro, plata, cobre y nada, Doña Inés del alma mía, El niño Jesús, Champagne, manzanilla y peleón etcétera.

Otros libros del autor, pero no de género dramático, son El libro malo, 1872; Tajos y reveses; Fuegos artificiales (1897); Pompas de jabón, 1896; El nuevo sistema métrico; Teatralerías (1897); Chucherías y fruslerías históricas, Peccata minuta, Salud y pesetas, Filibusterías y yankees al hombro, 1898; Un cuadro de historia, el poema Levantar muertos etcétera.

Felipe Pérez y González en Don Quijote , 1902.