Los principales mecanismos que pueden producir precipitaciones, sin entrar en detalle de los mismos.
En la parte alta de los Andes, su humedad es aún suficiente como para generar precipitaciones, pero generalmente estas no alcanzan la vertiente occidental; aun si lo pudieran, perderían rápidamente su poder de generar precipitaciones, reduciéndose y calentándose.
Esta inversión térmica origina nubes bajas y estables (estratos) e incluso neblinas que permanecen frecuentemente cerca del océano y provocan garúas o llovizna, este fenómeno es muy conocido y característico del Norte de Chile, donde se le llama Camanchaca que es una neblina con llovizna que permanece durante horas en la costa del país, otorgando una fuente de agua para las personas de la zona.
Además, al suroeste del Perú y el norte de Chile se estaciona el Anticiclón permanente del Pacífico Sur que impide en general que las perturbaciones del Norte o del Sur alcancen esta zona, otorgando ausencia de precipitaciones y buen tiempo, este se da entre las latitudes 20° a 30°, lo que se expande en verano llegando a los 45°, otorgando buen tiempo al centro y sur de Chile.
Esta Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), llamada a veces Ecuador Térmico, está generalmente situada más al norte (Caribe, Panamá, Colombia) donde genera lluvias abundantes y frecuentes.
Hacia fines del verano austral esta ZCIT desciende hacia el Sur y puede provocar lluvias en la parte Norte de la Zona Costera del Perú.
El Fenómeno El Niño tiene una indudable influencia sobre la Vertiente del Pacífico de Chile y Perú, especialmente cuando es muy acentuado.
Algunos autores han propuesto índices basados en las radiaciones emitidas por los océanos (ORL), los vientos, la salinidad del agua de mar, etc.
La fuerza y las consecuencias de los fenómenos «El Niño» son extremadamente variables.
Eventualmente sobreviene un Niño mucho más fuerte que todos los otros que llamaremos Niño Muy Fuerte, para los cuales las anomalías de temperaturas del mar son 3 o 4 veces más fuertes que los Niños normales y lluvias catastróficas.
La mayor parte de esta información disponible sobre estos eventos está concentrada en los 30 o 40 últimos años, en el transcurso de los cuales solo se han observado dos Niños muy fuertes y felizmente ningún Mega-Niño.