Durante la conquista española, las epidemias que fueron accidentalmente introducidas incluyeron viruela, sarampión y gripe.Estas enfermedades, junto con tifus y fiebre amarilla, tuvieron un gran impacto sobre las poblaciones mayas.[1] Epidemias catastróficas diezmaron los ejércitos y las poblaciones, incluso antes de que se libraron las primeras batallas.[4] Mientras que los españoles estaban ocupados con el derrocamiento del imperio azteca, una terrible plaga ya golpeó Iximché, la capital cakchiquel.[15] Ante esa situación de pobreza y desigualdad social, los indígenas mayas de Yucatán se sublevaron, lo que aterrorizó a los miembros del Clan Aycinena y a los criollos liberales, quienes ya estaban advertidos por lo ocurrido en Quetzaltenango en 1840.Un año después, en 1848 la guerra de castas había cundido por toda la península y parecía por momentos que los indígenas lograrían exterminar a la población blanca.El ya gobernador Miguel Barbachano y Tarrazo se vio obligado a solicitar apoyo militar al gobierno de México que a la sazón se encontraba sufriendo las consecuencias de la intervención norteamericana, conflicto en el cual Yucatán había decidido (por un acuerdo entre Santiago Méndez Ibarra y Miguel Barbachano, líderes políticos que estuvieron en pugna la mayor parte del tiempo) permanecer neutral.[26][27] Tras el conflicto, los sobrevivientes buscaron huir hacia Guatemala; como respuesta, el presidente Jorge Ubico, un reconocido anticomunista, ordenó acordonar la frontera, entregando al ejército salvadoreño a todo aquel que intentase cruzar al país vecino.Para la descripción de masacre, el informe REHMI definió estos como «los asesinatos colectivos asociados a destrucción comunitaria».Por último, los guerrilleros nunca tuvieron un ejército numeroso, y sus ataques a comandos del ejército daban como resultado que este se desquitara con poblaciones civiles, al no poder perseguir directamente a los combatientes insurgentes.Las poblaciones civiles se encontraron entre dos fuegos: el ejército reprimía a los que consideraba como colaboradores de la guerrilla, y viceversa.Como resultado de los vejámenes a que eran sometidos por ambos bandos, muchos campesinos se refugiaron en México y no regresaron sino hasta en 1993, durante el gobierno del ingeniero Jorge Serrano Elías.[38] El decreto establecía lo siguiente para los indígenas: Como resultado de este reglamento, hubo un notable aumento de las exportaciones, y se activó el intercambio con los países capitalistas; tanto los antiguos conservadores aristócratas como los nuevos terratenientes cafetaleros se vieron beneficiados con estas medidas.En 1976, cuando Laugerud García llegó a visitar la cooperativa Mayalán en el sector de Ixcán, Quiché, el cual se había formado apenas diez 12 años antes, dijo: «Mayalán está asentada en la cima del oro», dejando entrever que la Franja Transversal del Norte ya no sería dedicada a la agricultura ni al movimiento cooperativista, sino que sería utilizada por objetivos estratégicos de explotación de recursos naturales.[43].Consideraban, asimismo, que con esas acciones la población indígena y campesina de la región se identificaría con el movimiento insurgente, motivando así su incorporación a sus filas.[48] Desde esta época, la principal actividad económica fue la agroexportadora, especialmente de café, banano y cardamomo.Unos, obtuvieron promesas otros, títulos de propiedad provisionales, y también los hubo que sólo recibieron permisos para sembrar.Las unidades del Ejército que operaron en el «Triángulo Ixil» pertenecían a la Brigada Mariscal Zavala, acantonada en ciudad de Guatemala.Por otra parte, aunque la guerrilla no intervino directamente cuando el Ejército atacaba a la población civil, sí sugirió apoyar algunas estrategias de sobrevivencia.La mayoría de la población empezó a participar en estos planes cuando constató que representaban su única alternativa ante la represión militar.Pocos habitantes dominaban el castellano y la mayoría trabaja en su propia milpa; prestaban servicios esporádicos a los finqueros locales.En los alrededores se encuentran las aldeas El Bongo, Socela, Benque, Río Pita, Santa María, Plan Grande y Nueva Esperanza.Sin embargo, un finquero con gran influencia en la zona ocupó parte del terreno, generándose una situación conflictiva entre él y la comunidad; los hombres de la aldea, por iniciativa propia, trazaron un nuevo límite entre los terrenos comunitarios y los del finquero, pero el problema se mantuvo latente.Pasaron por muchas aldeas preguntando qué problemas tenía la gente y brindándose a solucionarlos.La asociación clandestina asesinó a varias personas, incluyendo víctimas que no tenían vinculación alguna con grupos insurgentes.[69] En una publicación del Ejército de Guatemala, se reportan sesenta masacres que habrían sido perpetradas por el EGP, y aduce que las mismas fueron en su mayoría ignoradas por los informes REHMI y de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico.[70].[71] La mayor parte de las veces las víctimas fueron hombres, aunque en algunas ocasiones las muertes tuvieron también un carácter indiscriminado.Sin embargo, en algunas ocasiones esas comunidades sufrieron también posteriormente nuevas masacres a manos del Ejército (como Chacalté en 1985).La masacre fue la más grave ocurrida en el país desde la matanza de 13 indígenas en Santiago Atitlán, Sololá, en 1990.En especial, la represión contra la población civil, estuviese ésta adherida o no a los grupos insurrectos en el área.
Sombreada en rojo, la zona afectada por el levantamiento campesino de 1932, junto a la frontera con Guatemala.
Mapa de la Franja Transversal del Norte
Mapa que muestra la ubicación de los más importantes proyectos que el gobierno guatemalteco estaba ejecutando en la
Franja Transversal del Norte
, y los lugares en donde ocurrieron masacres en la misma región.