Historia de la pintura en Perú

[1]​ La pintura peruana tiene su origen más remoto en el arte rupestre, destacando Toquepala y Lauricocha, cuya antigüedad se fechaba en unos 10 000 años.Los artistas indígenas interpretaron los temas religiosos y estilos de los trabajos del arte occidental dados por los curas católicos.En Italia el mayor exponente del barroco es la Escuela boloñesa caracterizada por tener grandes luces, utilizar temas mitológicos.Zurbarán es la figura más influyente en el Barroco hispanoamericano y Lima es la ciudad con mayor número de obras relacionadas con su taller.Hubo también una guerra de imágenes, centrada en los emblemas del poder político, que buscó imponer una ruptura simbólica con el pasado colonial.Los símbolos patrios empezaron pronto a ocupar un lugar dominante en objetos de uso cotidiano y en espacios públicos.Un caso excepcional es la estampa ejecutada por el grabador limeño Marcelo Cabello, que reproduce una pintura hecha para la entrada de Simón Bolívar a la capital en 1825.El reducido mercado local para el retrato en miniatura, era disputado por algunos pintores extranjeros que mantenían residencia en Lima por cortos periodos, como el italiano Antonio Meucci o el ecuatoriano José Anselmo Yáñez.Los artistas se volcaron al emergente mercado para retratos, favorecido por el auge de nuevas clases dirigentes.Mientras todavía regía el gusto neoclásico en Lima, un pintor como Raymond Monvoisin (1790-1870), residente en la capital entre 1845 y 1847, introducía el más reciente romanticismo francés.Las expediciones botánicas promovidas en la misma época por la Corona española también contribuyeron a consolidar esta vocación descriptiva.La vocación descriptiva de la ilustración buscaba sistematizar el conocimiento; su voluntad clasificatoria impulsó la catalogación del mundo en series y grupos.Ambos dejaron un amplio registro visual de diferentes ciudades del país, pero sobre todo Lima, donde entablaron relación con Merino y Fierro.Esta mirada se forjó inicialmente en la década de 1860, en las imágenes sobre diversas regiones del país realizadas por fotógrafos pioneros como Emilio Garreaud y otros que han permanecido en el anonimato.De todos los intentos por representar visualmente el país, ninguno tuvo la ambición del proyecto iniciado por Fernando Garreaud en 1898.Su esfuerzo reflejó el surgimiento de una nueva mirada hacia el paisaje cultural e histórico del país, que ahora privilegiaba por primera vez los monumentos arqueológicos y coloniales.Se abría así una etapa en la representación visual del país, que ahora tendría una nueva función: satisfacer las demandas crecientes de una emergente industria turística.Algo marcadamente distinto opera en la pintura vinculada a los centros urbanos, donde se desarrollan varias tradiciones costumbristas, toas aún poco estudiadas.Por su carácter popular y por haber sido realizados muchas veces para ocasiones específicas, pocos han sobrevivido.Los mates burilados, por ejemplo, abandonan progresivamente las decoraciones ornamentales para pasar a representar narrativas, de gran detallismo descriptivo.Los primeros continuaron produciendo imágenes religiosas que casi no podían distinguirse de sus precedentes coloniales; los segundos, en cambio, intentaron renovarse adoptando modelos clásicos, temas mitológicos y figuras desnudas, al tiempo que eliminaron progresivamente la aplicación de color para imitar la sensación del mármol.El limitado escenario para las artes quedó en manos de artistas menores como el español Julián Oñate y Juárez (Burgos, España 1843-1900).Dichos casos son el de los pintores Federico del Campo (1837-1927), Albert Lynch (1855-1951) y Carlos Baca-Flor (1869-1941), quien no volvió tras su partida en 1890.Diferenciándose así, del emergente paisajismo intimista que empezaban a consolidarse en las obras de pintores como Carlos Jiménez (1872-1911) o Luis Astete y Concha (1867-1914).Este vitalismo se conjugaba con el surgimiento del nacionalismo romántico, que definió la orientación de las artes tanto en Europa, como América.Desde Finlandia hasta Argentina, el ideal nacionalista contribuyó a la búsqueda de fuentes vernáculas para el arte y el diseño moderno.Las exigencias de autenticidad que proponían los nuevos nacionalismos obligaba a pensar el país desde sus tradiciones artísticas y culturales.Se forjó una dicotomía flexible e inestable, en que lo indio, sin embargo, ocupó siempre un lugar predominante.Una reivindicación regional , impulsada por la modernización universitaria de 1909, buscó en el pasado los elementos que pudieran definir una originalidad local.De formas diversas ambos intentaron esbozar propuestas que pudieran imprimir un carácter local al arte creado desde la ENBA.
Las Tres Razas o la Igualdad ante la Ley . Francisco Laso
Doble Trinidad con San Agustín y Santa Catalina de Siena . Escuela cuzqueña (circa 1700 - 1730)
Arcángel Eliel con arcabús , pintura anónima (circa 1690 - 1720).
La jarana por Ignacio Merino .
Tapada limeña , según acuarela de Pancho Fierro .
Cementerio Museo General "Presbítero Matías Maestro".
Retrato de una niña en blanco , óleo de Carlos Baca-Flor .