Convertido en «pintor de los muertos», como lo llamó Enrique Romero de Torres, parecían convenirle todos los asuntos lúgubres y repulsivos, al tiempo que con tintes románticos se agrandaba y hacía más profunda la rivalidad con Murillo, su contemporáneo, al suponerse a Valdés un temperamento iracundo y soberbio opuesto al pacífico carácter de su rival.[14] Originalmente, según la descripción que proporciona José Gestoso, constaba de cuatro grandes lienzos pintados para decorar los muros del presbiterio, los dos mayores con remates apuntados para adaptarse a la forma de arco ojival del muro.En el lado del Evangelio, en alto, el motivo único era La santa deteniendo a los turcos, lienzo que fue dividido tras la intervención de Bonsor en dos cuadros, los ahora conservados en el Ayuntamiento de Sevilla, en los que se encuentran representados la Procesión de santa Clara con la Sagrada Forma y La retirada de los sarracenos, originalmente separados por una ventana abierta en el muro y un lienzo perdido con dos sarracenos huyendo.Se encuentran aquí algunas de las obras más conseguidas del pintor.El lienzo central de gran tamaño y rematado en medio punto con San Elías arrebatado al cielo aprovecha muy barrocamente el motivo del carro de fuego, envolviendo en llamaradas tanto el carro como los escorzados caballos que lo arrastran entre nubes sobre un amplio paisaje de luces contrastadas.Interesantes son también los dos pequeños lienzos con las cabezas cortadas de san Juan Bautista y san Pablo, un motivo del que no es Valdés el inventor y que responde a una extendida devoción, pero que ha contribuido notablemente a extender la fama de pintor macabro y a atribuirle, sin mayor fundamento, otros numerosos lienzos de igual motivo pero de muy inferior calidad.Incautados por las tropas del mariscal Soult y depositados en el Alcázar, en 1812 fueron devueltos al monasterio aunque se ignora si volvieron todos.[31][32] Sin aparente necesidad, no faltándole el trabajo, en enero de 1658 se dirigió al cabildo municipal para que se le eximiese de la realización del obligado examen como maestro pintor, alegando que hacía muchos años que practicaba el oficio «en todo lo a el tocante», pero que «por la estrecheça de los tiempos», no había podido examinarse aún.Contó además con la colaboración de sus hijos, Luisa, la primogénita, y Lucas, nacido en 1661.[44] Facilitar a los artistas la práctica del dibujo con modelo vivo para que se perfeccionasen en el estudio del natural es precisamente lo que perseguían las academias sostenidas por pintores y escultores, como la creada en la Casa Lonja de Sevilla en enero de 1660, con Francisco de Herrera el Mozo y Bartolomé Esteban Murillo como copresidentes y Valdés Leal como diputado, encargado de la tesorería.[46] La implicación de Valdés Leal en las actividades gremiales es grande en este momento.[48][47] Durante su presidencia, cuenta Palomino, un «pintor tunante italiano» llegado a Sevilla asistió a algunas sesiones de la Academia en las que dibujó con mucha perfección varias figuras borrando con miga de pan en el papel que previamente había tiznado de carboncillo con los dedos.Tal habilidad disgustó a Valdés, que creyó que se burlaba de la Academia, y le impidió volver a ella, pero el italiano pintó «por tan extraño camino» un par de lienzos que expuso para su venta en día de fiesta.[50] Su relación con otros artistas y con quienes contrató obra fue siempre correcta.[52] También firmadas y fechadas en 1660 están dos pequeñas tablas de procedencia desconocida que fueron adquiridas en 1980 por el Museo del Louvre.[59] Ninguna de las pinturas conservadas se fecha en 1663, año en el que podría haber pintado La flagelación, Jesús condenado a muerte y La crucifixión para los nichos altos exteriores de la capilla del Sagrario de la catedral, que al estar expuestos a la intemperie se encontraban muy dañados ya 1693.[61] Palomino, informado por Claudio Coello, cuenta que hacia 1664 Valdés viajó a Madrid para conocer las pinturas de los palacios reales y del Monasterio de El Escorial, «que admiró mucho», y aunque durante su estancia en la corte no pintó nada acudió con regularidad a la academia, donde «dibujaba dos, o tres figuras cada noche [...] galantería, que muchos la han ejecutado por bizarrear».En ellas, según Gestoso, elevó «su fantasía a un grado de exuberante inspiración, que fatiga la vista».Fue con toda probabilidad el propio Mañara quien formuló el programa decorativo del nuevo templo, en todo conforme con su pensamiento religioso tal como quedó expuesto en su Libro de la Verdad, y quien eligió a los artistas encargados de llevarlo a cabo.[76] Pero si las glorias del mundo —Finis gloriae mundi— acaban con los cadáveres en descomposición de la parte inferior del segundo de los lienzos, el de un obispo y el de un caballero calatravo como lo era Mañara, la muerte es también el paso necesario hacia el juicio del alma, representado en la parte superior por una mano llagada que sostiene una balanza con las inscripciones «NI MAS», «NI MENOS».En el platillo de la izquierda, los pecados capitales representados por animales simbólicos (pavo real, soberbia; murciélago posado sobre un corazón, envidia; perro, ira; cerdo, gula; cabra, avaricia; mono, lujuria; perezoso, acidia) proclaman que no se necesita más para caer en pecado mortal, ni se necesita menos para salir de él que la práctica de la oración y la penitencia, representadas por las disciplinas, rosarios y libros de devoción del platillo derecho.[79][81] Palomino, que siendo un muchacho de apenas diecisiete años se había visto beneficiado con algunos documentos regalados por Valdés para su estudio, aseguraba que en Córdoba Valdés pintó un «juego de lienzos de diferentes vírgenes para el Jurado Tomás del Castillo» en los que él le había visto trabajar en alguna ocasión,[82] Es Ceán Bermúdez, que pudo manejar documentos ahora desaparecidos, quien trae la noticia del encargo hecho a Valdés junto con una Virgen con el Niño de cuerpo entero encargada a Murillo (Liverpool, Walker Art Gallery), por la que se le pagaron 1000 ducados:Pero la conclusión de estos trabajos, en los que estuvo ocupado en 1683, se demoró y la mala salud y otras ocupaciones —entre ellas la pintura del monumental lienzo de la Exaltación de la Cruz— limitaron su participación aquí a la ejecución del dibujo previo sobre el muro, obligado a dejar la aplicación del color y el acabado a su hijo Lucas, a quien traspasó la obra aún inacabada en octubre de 1689, diciéndose impedido y pobre.Particularmente eficaz y bien lograda es en este orden la que cubre el techo de la sacristía, con el Triunfo de la Santa Cruz portada por ángeles adolescentes en escorzo.Únicamente la Inmaculada que fue del Meadows Museum de Dallas, firmada y fechada en 1682, se data con precisión en estos años.Pedía ser enterrado en la iglesia de san Andrés, de la que era feligrés, en la bóveda que en ella tenía la cofradía del Santísimo Sacramento, y dejaba por herederos universales a sus hijos legítimos, con las mandas acostumbradas.Había dotado a sus hijas Luisa Rafaela y María de la Concepción con mil quinientos ducados al contraer matrimonio la primera e ingresar monja la segunda.[105] También discípulo parece haber sido Clemente de Torres (c. 1662-1732) activo en Cádiz.Sin embargo, del mismo modo que del catálogo actual de Valdés Leal han desaparecido la mayor parte de las cabezas cortadas que se le atribuyeron junto con algunos torpísimos pudrideros, el cuadro Mors Imperat (San Luis contemplando la muerte, Sarasota, Ringling Museum of Art), que Gestoso no dudaba en atribuir a Valdés Leal y en el que se apoyaba para sostener la inclinación del pintor, ya en su juventud, a la meditación sobre los temas del desengaño y el menosprecio del mundo con un fondo de amargura, se sabe ahora que es obra de Francisco Camilo, firmada y fechada en 1651.
La retirada de los sarracenos (Moros derrotados huyendo del convento)
, óleo sobre lienzo, 330 x 325 cm (recortado por arriba),
Ayuntamiento de Sevilla
.
Las Tentaciones de san Jerónimo
, 1657. Óleo sobre lienzo, 224 x 247 cm. Firmado y fechado: "J. BDS LeAL / Fa Ao 1657".
Museo de Bellas Artes de Sevilla
.
Mártir de la Orden de San Jerónimo
, posiblemente fray Diego de Jerez, conocido por haber resistido las tentaciones. Óleo sobre lienzo, 249 x 130 cm,
Madrid
,
Museo del Prado
.
Virgen del Rosario (1680). Sevilla, Hospital de la Caridad, Enfermería. (La policromía no es la original de Valdés Leal, recuperada tras la toma de la fotografía)
El sacrificio de Isaac
, óleo sobre lienzo, 189 x 249 cm, colección particular. El desnudo en escorzo de
Isaac
revela el estudio del natural con modelo vivo, función principal de las academias de dibujo promovidas por los pintores.
Alegoría de la vanidad
, firmado «Jnº de baldes leal fa Aº 1660». Óleo sobre lienzo, 130 x 99 cm,
Hartford
,
Wadsworth Atheneum
.
La Inmaculada Concepción con dos donantes
, 1661, óleo sobre lienzo, 190 x 204 cm,
Londres
,
National Gallery
.
Las bodas de Caná
, 1661. Óleo sobre lienzo, 107 x 80 cm. Firmado y fechado: «JU DE BALDES LEAL / FA 1661».
Museo de Bellas Artes de Sevilla
.
San Ignacio de Loyola haciendo penitencia en la cueva de Manresa
, óleo sobre lienzo, 213 x 142 cm, Sevilla,
Museo de Bellas Artes
.
Triunfo
alzado en el crucero de la
catedral de Sevilla
con motivo de las fiestas por la canonización de
Fernando III el Santo
. Aguafuerte de Valdés Leal incorporado a la obra de
Fernando de la Torre Farfán
Fiestas de la Santa Iglesia de Sevilla al nuevo culto del Señor Rey San Fernando
, Sevilla, 1671.
Don Miguel de Mañara leyendo la Regla de la Santa Caridad
, óleo sobre lienzo, 196 x 225 cm, Sevilla,
Hospital de la Caridad
, Salón de Cabildos. Valdés introduce al espectador en el lienzo mediante un recurso típicamente barroco, el del niño que reclama silencio mirando hacia fuera del cuadro.
San Ambrosio absolviendo al emperador Teodosio
, óleo sobre lienzo, 166 x 110 cm, Madrid,
Museo del Prado
. Como en otros cuadros de la serie, en las facciones de san Ambrosio se aprecia un retrato del arzobispo
Spinola
, con
Justino de Neve
aquí retratado en el canónigo que aparece a su espalda.