Lázaro Díaz del Valle, que lo conoció personalmente, haciendo mención de esta larga serie, asegura que Camilo era «grande historiador y muy noticioso de las fábulas, como me consta».
[1] Palomino, tras repetir la afirmación de Díaz del Valle y asegurar que se trataba de pinturas al fresco, sostenía sin embargo que las pinturas no agradaron a Felipe IV, quien según una anécdota que se haría célebre, dijo «que Júpiter parecía Jesucristo, y Juno la Virgen Santísima: reparo digno de la discreción, e inteligencia de tan católico Rey; y de que lo observemos los artífices, como documento».
Aunque a veces resultan algo sensibleras, es evidente que es en este género donde Camilo da lo mejor de sí mismo.
Nos han llegado de su mano algunos retablos completos, donde daba rienda suelta a su gusto por el colorido.
Francisco Camilo representa un nexo de unión entre el manierismo, ya moribundo, y la nueva sensibilidad barroca.