Cardenillo

Es un pigmento soluble que requiere una preparación especial, una cuidadosa aplicación y una inmediata impermeabilización con barniz para evitar la rápida descoloración (pero no en el caso de la pintura al óleo).

Hasta el siglo XIX, el cardenillo fue el pigmento verde más «vibrante» disponible y frecuentemente usado en el arte.

Esta degradación es la culpable del color marrón o bronce del pasto o follaje en muchas pinturas antiguas, aunque no en los de los Primitivos Flamencos tales como Jan van Eyck, quienes a menudo usaban el verdigrís normal.

En efecto, el color del entorno natural está en constante mutación, y una vía de adaptación preferible al camuflaje (elección de un color intermedio o abigarrado que permanece invariable) es la flotación cromática y textural que se consigue con las superficies meteorizables.

El cardenillo, así como otros metales oxidados o tratados (el acero corten, por ejemplo), presentan condiciones favorables para ello.

Estatua de bronce recubierta con cardenillo.
La Estatua de la Libertad está cubierta por una superficie de cardenillo. En los primeros años, la obra se veía de color bronce (como el oro).