Esta obra contribuyó a que la heroica gesta fuera recordada con este nombre que había sido acuñado por el historiador Joaquín Carrillo en 1877[2] En 1920 tuvo importante participación en los homenajes con motivo del Centenario del fallecimiento del General Manuel Belgrano que se desarrollaron en la ciudad de Buenos Aires.
Fue también el director del instituto petrolífero, y luego compañía estatal nacional de explotaciones hidrocarburíferas que aún se denomina Yacimientos Petrolíferos Fiscales o YPF.
Debía firmar en la comisaría cotidianamente que se encontraba allí, lo cual era muy fácil de comprobar, dado que la única forma de escapar hubiera sido por barco.
Su nombre fue impuesto a calles en Córdoba, Junín (Buenos Aires), Victoria (Buenos Aires), San Fernando, Mar del Plata, Resistencia (Chaco), Concordia (Entre Ríos) y en Río Grande (Tierra del Fuego).
Su temprana preocupación por la identidad nacional derivó en un interés por rescatar el legado incaico para América, en contraposición a la influencia internacionalista de las vanguardias europeas de la primera posguerra; lo que se ve en su trabajo Eurindia.
Este trabajo, publicado entre 1917 y 1922, fue el primero en sistematizar el conocimiento sobre la literatura argentina, pues no solo traza una historia de la literatura sino que también organiza el material a partir de cuatro "constantes" de la cultura argentina, que no se suceden sino que conviven desde un comienzo: "Los gauchescos", "Los coloniales", "Los proscriptos" y "Los modernos".