[2] Debido a esto se considera que tuvo un papel decisivo en la historia cultural del Perú moderno.
"[4] Ludeña sustenta su propuesta indicando que con Piqueras Cotolí aparece por primera vez en Lima una espacialidad neobarroca mediada por una búsqueda del "espíritu nacional", las obras relevantes por su influencia en el urbanismo peruano son la urbanización San Isidro, la plaza San Martín y el malecón de Ancón.
Se suman a estos los contratos para realizar los monumentos de Bartolomé Herrera e Hipólito Unanue para el nuevo parque Universitario.
Sus propuestas supieron incorporar tanto el modernismo del cual se había empapado primeramente en el taller madrileño de Miguel Blay, como de la tradición clasicista asimilada más adelante durante la estancia en Roma, aunque prevalecería el carácter renovador y, cuando la obra lo requiriera, la recurrencia a argumentos americanistas.
Y, por tanto, toda una revolución en las estructuras morfológicas del urbanismo residencial limeño de suburbio, que tendría una enorme influencia posterior.
Con este proyecto se inicia una nueva tradición urbanística en el ámbito de lo residencial.
Influyó en la concepción de las urbanizaciones Chacra Colorada, Ancón, Chacarilla Santa Cruz, Miramar, entre otras del mismo género.
Piqueras tenía como idea proyectar no una simple y anodina lotización a la vera de una avenida principal.
El resultado final de la propuesta urbanística aquí propuesta: la urbanización es un espacio que se abre a una dimensión púbica del consumo del espacio urbano, pero al mismo tiempo conserva para sí la intimidad vecinal de un estrato social que aspiraba a tal privilegio.