Carlos Baca-Flor

La versatilidad que adquirió no solo en pintura sino también en escultura, le consiguió el primer premio en los concursos de bustos y estatuas (1883), una medalla especial por dibujos, la medalla de oro (1885) y un primer premio (1886).

En Lima, pintó los retratos de la familia presidencial e instaló un taller cedido por Ricardo Palma (actual Archivo Nacional).

En la capital italiana obtuvo el primer puesto en el concurso para ingresar a la Academia de San Lucas, dirigida por Filippo Prosperi.

En París, se influenció mucho por Chardin, Da Vinci, Rembrandt y Hans Holbein, además de conocer al pintor español Raimundo Madrazo, quien le presentó a José Francisco Canevaro, duque de Zoagli.

Sesenta críticos en voto unánime lo declaran ganador y su obra se expone en el “Salón de Honor”.

Morgan ese año visitaba al modisto de su familia en París, el afamado sastre Jean Phillipe Worth.

Al ingresar al taller del sastre, Morgan vio en la pared del fondo un cuadro entre dos cortinas de seda roja, el retrato en la pared hacía espejo nítido a los rasgos de Worth, arreglándose los bigotes exclamó: “Increíble...

Baca-Flor le advierte francamente: “Excúseme, no tengo interés en su dinero, ni en algún mecenazgo”, pero el magnate replicó: “Quiero que usted pinte mi retrato”.

“Adorador de la religión, a la belleza y modesto hasta la exageración” según el crítico Federico Larrañaga en 1898.

Pasaron casi dos años desde ese encuentro para que Baca-Flor viajase a Estados Unidos y pintase el retrato de J.P.

Así, le obsequió un original de Van Dick y lo invitó a que pasase una temporada en Nueva York.