Químicamente es, al igual que el bermellón artificial, sulfuro de mercurio (HgS).
También fue utilizado para colorear y preservar restos óseos humanos hace cerca de 5 000 años, como lo atestigua el hallazgo realizado en el dolmen La Velilla, en Palencia, España.
En la América precolombina también se usó el polvo de cinabrio para decorar superficies y colorear restos humanos.
[6][7] En los primeros manuscritos iluminados europeos, hacia el siglo XI, encontramos al bermellón usado con parquedad, debido a su prohibitivo precio, ya que durante la Edad Media se pintaba solo con bermellón natural;[8] pero hacia el siglo XIV la técnica de preparación del bermellón se difunde por Europa, y hacia principios del siglo XV este pigmento ya se emplea generosamente en los manuscritos.
[6] El bermellón fue el rojo más importante en pintura hasta la aparición de su sustituto moderno, el rojo de cadmio,[7] lo que también terminó con un ocasional problema del bermellón: que se oscurecía al contacto con el aire.
[10] En China, la técnica para elaborar bermellón artificial pudo haber sido descubierta y luego perfeccionada por los antiguos alquimistas de aquella región.