De esta, solo quedaba un bastardo, mentalmente retrasado, Filipo Arrideo, al que Alejandro custodiaba a su lado.
[nota 1] Pérdicas y Leonato, a los cuales prestó juramento el Consejo, fueron designados tutores temporales del futuro bebé de Roxana.
En este momento, Crátero no se encuentra en Babilonia, sino en Cilicia, con 50.000 veteranos, en camino de vuelta a Europa.
Pérdicas probablemente no es infeliz al ver alejarse a rivales en potencia, vueltos aún más desafiantes tras la ejecución de Meleagro.
En Bactriana estalla una revuelta entre los colonos griegos instalados por Alejandro en los asentamientos militares, más o menos disciplinados, a fin de proteger esta frontera particularmente vulnerable.
El principal peligro procedía de Grecia, donde se desencadenó una revuelta en Atenas dirigida por Hipérides contra Antípatro.
[15][16][17][18][19][20] Pero Leonato, quien debía dirigir la conquista, acabó muerto en la guerra Lamiaca, y Antígono rechazó encargarse de ella.
La ciudad de Laranda fue tomada, al igual que Isauria, pero la región del Ponto Euxino no fue alcanzada.
Cirene estaba agitada por problemas políticos entre las diversas facciones y Tibrón, un mercenario espartano que había matado a Hárpalo en Creta, se hace con el poder.
Tibrón es asesinado y Ofelo se convierte en gobernador de la Cirenaica bajo el control egipcio en 322 a. C..
Rápidamente, hace ejecutar a Meleagro, el comandante de la infantería macedonia, ya que su comportamiento después del reparto había sido sospechoso.
El tutor real, después del reparto de Babilonia, era Crátero, aunque la tutela efectiva la ejerciese Pérdicas.
Euridice utiliza el descontento del ejército, que reclama las gratificaciones prometidas por Alejandro, y acusa a Antípatro en público.
Esto se traduce en que el gobierno central le cede sus prerrogativas en la frontera sur del imperio.
Este cambio es importante, porque en 323 a. C. había preferido el prestigioso cargo de hiparca, pero ahora prefiere ostentar un gobierno provincial.
Está marcada por la reanudación del conflicto contra los etolios, que aprovechando la partida de Antípatro y Crátero para Asia, habían invadido Tesalia.
Antípatro no tenía confianza en su hijo Casandro, así que había nombrado a Poliperconte como su sucesor en la regencia de Macedonia.
Para Antígono, este período es favorable, aunque la toma de Tiro no le permite acceder a Egipto, muy fortificado.
Decide entonces apoderarse de Asia menor, mientras que manda a sus sobrinos, Telesforo y Polemón desembarcar en Grecia.
Por eso, la paz contiene en sí la extinción de la dinastía argéada, ya que conviene a todos ellos.
Los acontecimientos son muy desfavorables para Casandro, que se ve rechazado más allá de las Termópilas, y pierde también el Épiro.
[N 18] Evidentemente, los demás diádocos deben reaccionar, y adoptan sucesivamente una actitud idéntica, tomando el título real.
Si Rodas adopta una estricta neutralidad en los conflictos de los diádocos, sus intereses económicos se orientan preferentemente a una alianza con Egipto.
Arregla rápidamente un armisticio con Casandro, y pasa a Asia, desembarcando en Éfeso, que pone bajo su control.
[39] Así nace la espinosa cuestión de la Siria meridional, que va a envenenar las relaciones entre Lágidas y Seléucidas.
Demetrio se apodera de Atenas en 294 a. C., pero ejerce un dominio bastante suave, dejando a los atenienses su constitución y sus leyes.
Alejandro se inquieta por la llegada de Demetrio, y le recibe con fasto, haciéndole comprender que su intervención ya no es necesaria.
Sin embargo, el hijo de Antígono no está totalmente derrotado, pues posee numerosas posesiones griegas.
La ciudad es salvada por los demás diádocos, pero Pirro reconoce a Demetrio sus posesiones en Tesalia y resto de Grecia.
Demetrio no duda en desembarcar en Mileto, dejando sus posesiones griegas en manos de su hijo, Antígono II Gónatas, para acabar con Lisímaco.