Darío III

1-2), y que servía en ese momento como mensajero real (Plutarco, Vida de Alejandro, 18.7-8).

Filipo destacó un ejército hacia Asia Menor, bajo el mando de sus generales Parmenión y Átalo, para liberar a las ciudades griegas que estaban bajo el control persa, ocupando tras diversos contratiempos la Tróade hasta el río Meandro.

Tras desembarcar en la Tróade, tomó varias ciudades y aldeas de la costa egea (Lámpsaco entre ellas).

Darío huyó cuando comprobó que la batalla estaba perdida, dejando atrás su carro, el campamento persa y a su propia familia, todo ello capturado por Alejandro, que trató con respeto a los prisioneros reales.

Reunió así un numeroso ejército, que incluía contingentes de numerosos pueblos sometidos (bactrianos, sogdianos, escitas, partos, árabes, armenios, medos, indios, etcétera), y que algunos autores clásicos estimaron en un millón de infantes, cien mil jinetes, doscientos carros con hoces afiladas en las ruedas, y quince elefantes de guerra.

Sin embargo, al ver que Alejandro estaba decidido a capturar a Darío, un grupo de nobles, entre los que se encontraban los sátrapas Bessos, Barsaentes y Nabarzanes, tomaron a Darío como rehén, para así poder pactar con Alejandro y, al entregarlo, obtener del rey macedonio la independencia de las satrapías orientales que gobernaban.

Igualmente, una vez que Alejandro hubo capturado a Bessos, mandó condenarlo y ejecutarlo según las leyes persas por el asesinato de su soberano.

La familia de Darío frente a Alejandro Magno, obra de Justus Sustermans conservada en la Biblioteca Museo Víctor Balaguer de Villanueva y Geltrú .
Huida de Darío en la batalla de Gaugamela . Relieve en marfil del s. XVIII ( Museo Arqueológico Nacional , Madrid ).