[1] La inesperada muerte de Alejandro Magno dejó a su nuevo y vasto imperio sin sucesor claro.
La falta de acuerdo para la sucesión llevó a la guerra entre sus principales generales, los diádocos.
Primero, proclama la libertad de las ciudades griegas,[2] y se aproxima a los demócratas.
Ejecuta al jefe del partido demócrata, y mantiene a Atenas dentro de su alianza.
La lucha que se abre en Asia es sobre todo entre Antígono I Monóftalmos y Eumenes.
Levanta tropas y sabe eclipsarse hábilmente ante el recuerdo de Alejandro Magno.
Eumenes, un griego, contrasta fuertemente su personalidad refinada con el orgullo de los diádocos .
El dominio del mar era vital para Poliperconte, para poder unir sus esfuerzos con Eumenes.
Derrotado por una coalición de sátrapas liderada por Peucestas, que gobierna Persia, se refugia con Seleuco en Babilonia.
Eumenes pasa entonces el Tigris en condiciones difíciles, ya que Seleuco ha hecho abrir los diques.
Ambos marchan sobre Susa, donde Seleuco comienza el asedio, mientras Antígono se dirige contra Eumenes.
Antígono resulta vencedor, pero sus pérdidas son mayores que las de su adversario, y se retira a Media.
Por caminos escarpados, estimados impracticables para un ejército, cae sobre los acantonamientos diseminados de Eumenes.