Muy posteriormente su vida fue elegida por la historiadora Barbara W. Tuchman como hilo conductor de su obra sobre el siglo XIV europeo Un espejo lejano.
En 1346, quizás en la batalla de Crécy o en esa misma campaña, murió Enguerrand VI.
Sin embargo, al año siguiente estalló una revuelta campesina con la que Étienne Marcel intentó coordinarse.
[10] En la travesía a Inglaterra coincidieron con Coucy Jean Froissart y, muy probablemente, también otra eminencia de las letras como Geoffrey Chaucer.
El regalo del rey a su hija fue una generosa dote y, para Coucy, su liberación sin pagar rescate.
Tanto Urbano V como su sucesor Gregorio XI ansiaban regresar definitivamente a Roma, lo cual era una amenaza contra la creciente expansión del Milán de los Visconti.
[20] Las compañías seguían extendiendo la devastación por Francia sobre todo cuando, como en 1375, estaba en vigor alguna tregua en la guerra.
[23] En abril, finalizada su campaña personal, pidió licencia al rey de Francia para visitar Inglaterra con su esposa.
Cada vez estaba más presionado para abandonar su neutralidad, pero antes debía solucionar los problemas de sus posesiones inglesas.
[24] Inglaterra estaba sumida en una grave crisis interna y se reanudaron las conversaciones de paz con Francia en las que participó Coucy.
En junio de 1377 murió el rey Eduardo y dos meses después Coucy renunciaba, en carta dirigida a Ricardo II, a todo cuanto poseía en virtud del homenaje al soberano inglés, lo que incluyó la separación de su esposa Isabel, que fallecería en 1379.
[27] Mientras tanto el duque de Lancaster había desembarcado en Bretaña, si bien no pudo tomar Saint-Malo.
Sobre Coucy, como capitán general de Picardía, recaía la mayor responsabilidad en la defensa, si bien la táctica escogida por Carlos V era evitar la lucha directa y agotar al ejército inglés.
[35] Al mismo tiempo se produjo la gran insurrección de Flandes, dirigida por Philip van Artevelde.
La flor y nata de la aristocracia francesa, entre ellos Coucy, participó en la movilización aportando fuerzas a un ejército cuyos efectivos las fuentes modernas calculan en unos doce mil hombres.
Las crónicas atribuyen a Coucy gran parte del mérito de la iniciativa que concluyó con una victoria clamorosa, en la que gran parte de los combatientes flamencos perecieron aplastados por el ataque a su retaguardia.
En París los cabecillas fueron ejecutados, los impuestos restaurados y, tanto allí como en otras ciudades, antiguos privilegios fueron abolidos en favor de la autoridad central del monarca.
En su avance hacia Nápoles soportó graves ataques instigados por Carlos Durazzo, que le hicieron perder gran parte de su tesoro y una vez allí sufrió la llegada del invierno mientras no conseguía provocar a su rival para entrar en batalla.
Norwich intentó avanzar hacia Picardía, pero disensiones internas lo hicieron retroceder y, habiendo sitiado los franceses, Bourbourg se vio obligado a retirarse.
[40] Después del sitio de Boubourg se iniciaron nuevas negociaciones, en las que esta vez no participó Coucy, ya que estaba ayudando a su futuro suegro, el duque de Bar, en una disputa privada.
Su mayor dificultad era Florencia, cuyos territorios debía atravesar para llegar a Nápoles.
Poco después fracasó una expedición a Escocia que debería haber sido seguida por la fuerza principal francesa, uno de cuyos líderes sería el mismo Coucy.
Coucy no tuvo, pues, descendencia masculina dentro del matrimonio, aunque reconoció un hijo nacido fuera de él, Perceval, a quien legó algunas posesiones.
El rey lo consideró una afrenta personal y fueron necesarias todas las dotes diplomáticas de Coucy para encontrar una salida a la delicada situación.
[46] Finalmente, los ingleses encontraron otro aliado en un noble alemán que desafió directamente al rey de Francia.
[47] En este caso Coucy se mostró partidario de una represalia y le fue encargada la campaña.
Las dificultades invernales la convirtieron en un fracaso que solo se salvó con un tratado muy discutido con el duque de Güeldres.
La campaña se alargaba y, aunque los barcos genoveses seguían aportando suministros, estos eran irregulares.
A su vez Génova veía su comercio interrumpido y todas estas circunstancias hicieron que se decidiera firmar un tratado con los berberiscos que no logró del todo disimular el escaso éxito de los franceses.
Coucy participó en la firma de los acuerdos, pero no estuvo presente en la boda, pues ya estaba en marcha la cruzada contra los turcos.